Los días transcurrían lentos y llenos de dolor para Hannibal, cada momento era una agonía interminable. Hannibal había caído en una espiral de apatía que lo arrastraba hacia la desesperación. Se obligaba a ir a trabajar, pero sus pensamientos siempre volvían a Will, impidiendo que se concentrara en otra cosa que no fuera la ausencia del chico. La cocina, su refugio y su arte, ya no le ofrecía ningún consuelo. Ni siquiera la caza, una de sus mayores fuentes de placer, le atraía. En esos últimos días, solo había matado al cartero, un pobre desgraciado que había cometido el error de ser grosero en un mal día. Pero más allá de ese acto, no había sentido el impulso de cazar. Su cabeza estaba abrumada por el peso de su pérdida, tres semanas sin Will lo habían convertido en una sombra de lo que era.
Hannibal esperaba un mensaje, una llamada, una simple señal de Will. Pero ni siquiera sabía dónde estaba el chico.
Dos días después de que Will descubriera la verdad, Hannibal fue a su apartamento, esperando poder hablar con él para pedir su perdón y aclarar las cosas. Al llegar, se encontró con una escena desoladora. Las pertenencias de Will seguían allí, el alquiler estaba al día, pero no había ninguna señal de que Will estuviera viviendo en el apartamento. Incluso los perros habían desaparecido, aumentando la preocupación y el vacío en su corazón.
Intentó llamarlo innumerables veces, pero nunca obtuvo respuesta. Dejó múltiples mensajes en su buzón de voz, su voz a veces firme, otras veces rota, implorando, suplicando por una respuesta que nunca llegó. No tenía certeza de si Will recibía esos mensajes, si los ignoraba deliberadamente o si algo más preocupante impedía que respondiera.
Pensó en llamar a William, pero sabía que él nunca le diría si Will estaba con él y en caso de que no, solo preocuparía al hombre
La única pista que tenía del posible paradero de Will era su examen de admisión a la universidad, programado para esa misma mañana.
Hannibal condujo hasta Washington, donde se encontraba la universidad a la que Will quería ingresar. Entrar al campus resultó ser menos complicado de lo esperado.
Cuando el examen terminó, las puertas del edificio principal se abrieron y un flujo constante de estudiantes emergió. Hannibal escudriñó cada rostro, cada figura, buscando a Will entre la multitud, pero no tuvo éxito. Había demasiadas personas y el bullicio y el ajetreo hacían imposible distinguir su aroma entre tantos cuerpos.
Su única alternativa fue visitar el área de administración para verificar si Will realmente había asistido al examen. Tras sobornar a la mujer encargada de la administración con su carisma y una caja chocolates, obtuvo la información que quería. La mujer le confirmó que Will había aplicado al examen y que se estaba quedando en uno de los dormitorios del campus, como algunos otros aspirantes a la universidad.
Obtuvo el número del dormitorio de Will y fue al edificio correspondiente, con el corazón latiendo frenéticamente en su pecho.
El lugar estaba en un silencio casi sepulcral, con apenas unas pocas personas deambulando por los pasillos.
Cuando finalmente localizó la habitación, se tomó un momento para acomodarse la corbata y el cabello, intentando lucir presentable. Estaba nervioso por la posible reacción de Will. Desde que se enamoró de Will, los nervios habían comenzado a formar parte de su vida, una constante que lo inquietaba y fascinaba a partes iguales.
Tocó la puerta y, tras unos segundos de espera, ésta se abrió. El olor a perro, combinado con el aroma de una colonia para después del afeitado desagradable y el olor inconfundible de pizza, inundaron sus sentidos. La combinación era familiar y reconfortante.
—Hannibal… —murmuró Will, una vez la puerta se abrió por completo.
Will estaba despeinado y en pijama, como si acabara de levantarse, lo cual resultaba extraño porque acababa de ir a hacer un examen. No le sorprendería si hubiera asistido de esa manera. A pesar de todo, Hannibal lo encontró increíblemente hermoso en su naturaleza desaliñada.
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Promesa Eterna
FanfictionHannibal Lecter es un niño que perdió todo lo que le importaba a una corta edad. Mientras intenta reconstruir su vida y atormentado por los fantasmas del pasado, es cautivado por un curioso infante. Will Graham acaba de mudarse a Francia con su pad...