Will

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Advertencia: mención no explícita ni descriptiva de maltrato animal


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El niño inclinó la cabeza de lado, un gesto que Hannibal reconocía muy bien. Había algo en ese gesto que le recordó al infante Will de inmediato, aunque había pasado tanto tiempo. Hannibal dejó caer la mochila que sostenía en sus manos y dio un paso hacia adelante, su deseo de abrazar a Will luchando con la prudencia que le decía que debía proceder con cautela.

—Will —susurró Hannibal otra vez con voz quebrada.

Will inclinó la cabeza hacia el lado opuesto, examinando a Hannibal detenidamente. Sus ojos, ocultos detrás de los gruesos lentes, parecían buscar algún rastro de familiaridad en el hombre frente a él.

—¿Quién eres? ¿Cómo me conoces? —preguntó Will, su voz dulce como lo recordaba.

El corazón de Hannibal se hundió al pensar que Will no lo reconocía de inmediato. Era comprensible, considerando la cantidad de años que habían pasado y la transformación que Hannibal había experimentado en su desarrollo a la adultez. Hannibal luchó por ocultar cualquier signo de inseguridad o miedo que pudiera reflejarse en su rostro. 

—¿No me recuerdas? Soy Hannibal Lecter —se presentó, poniendo una mano en su pecho—. Éramos muy buenos amigos

Hannibal sabía que había más que decir, como el tiempo que había invertido buscando a Will, pero decidió guardar esos pensamientos para sí mismo.

El niño entrecerró los ojos, evaluándolo de arriba a abajo. Hannibal ni siquiera respiró, esperando ansiosamente alguna señal de reconocimiento en los ojos de Will. Temía que Chiyoh tuviera razón y Will lo hubiera olvidado, lo que sería una desgarradora realidad después de todos los años que había pasado buscándolo. No sabía cómo iba a manejarlo si Will realmente lo hubiera olvidado; el monstruo dentro de él gruñó infeliz.

—¿Hannibal? —preguntó Will, su voz titubeante, la palabra salió como un ruido extraño.

Hannibal asintió nervioso, escuchar su nombre pronunciado correctamente por Will derritió su ansioso corazón. El reconocimiento brilló en los ojos de Will.

—¿Lecty?

Hannibal asintió nuevamente, sintiendo una cálida sensación en el pecho al escuchar el viejo apodo.

Se miraron mutuamente, reconociéndose. Hannibal sintió como si una pesada carga se hubiera levantado de sus hombros.

Will dejó caer el pedazo de vidrio que sostenía en su mano derecha al suelo, revelando una herida sangrante en su palma causada por los bordes afilados del vidrio.

Con las piernas temblando de emoción, Hannibal se acercó a Will, quien estaba inmóvil, viéndolo como si aún no creyera que Hannibal estuviera realmente delante suyo. 

Hannibal tomó el rostro de Will entre sus manos, inclinando un poco la cabeza para verlo mejor. Su piel era suave, y pudo vislumbrar un par de pecas en su rostro, ocultas por los lentes de marco grueso que llevaba.

—Has crecido mucho. Eres un niño grande ahora —murmuró Hannibal, sus palabras llenas de emoción y ternura. 

Seguía siendo bastante bajo para un niño de su edad, y también era delgado. Pero conservaba esa misma cara angelical 

Hannibal acarició el rostro de Will, pasando sus pulgares por sus mejillas rosadas.

—Me encontraste —susurró Will

—Te dije que lo haría —dijo Hannibal con una sonrisa cálida.

Will hizo un puchero y sus ojos se llenaron de lágrimas.

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