Desde el incidente de Will, Hannibal no había querido separarse de él. El sentimiento de haberlo perdido, aunque solo fuera por un momento, se arraigó profundamente en su psique. Temía que si se alejaba, Will se iría, desaparecería y no sería capaz de encontrarlo. Por esa razón, usó el pretexto de ayudarlo en su recuperación para estar más cerca de él y mantenerlo vigilado.
Con el pasar de los días, se hizo evidente que Will se estaba cansando de su constante presencia. Hannibal aceptaba que quizás estaba siendo demasiado intrusivo o pegajoso, pero lo hacía por el bienestar de Will.
Por eso, no le sorprendió cuando Will comenzó a buscar cualquier excusa para tener la casa para él solo, aunque fuera por unas horas. Hannibal lo entendía, pero no podía evitar sentirse ofendido por ello.
Casi tres semanas después de que comenzaran a vivir juntos, apenas iban a comenzar a desayunar cuando el teléfono de Hannibal sonó. La rutina de los fines de semana raramente se veía interrumpida por llamadas, así que debía ser algo urgente.
—Empieza a comer, Will, regresaré de inmediato
Will no necesitó que se lo dijeran dos veces. Vertió una generosa cantidad de miel sobre sus waffles y comenzó a engullirlos como si no hubiera comido en días.
Hannibal atendió la llamada en el estudio. Del otro lado de la línea, un hombre de la Universidad Johns Hopkins quería confirmar su asistencia a un evento que se llevaría a cabo en dos días. Había olvidado por completo el compromiso.
Antes del incidente de Will, Hannibal había sido invitado a hablar y exponer su artículo más reciente en la prestigiosa universidad, en un evento donde otros colegas médicos impartirían conferencias y charlas. La oportunidad de demostrar su superioridad intelectual y de ser el centro de atención siempre le resultaba irresistible. Sin embargo, debido a su nuevo estilo de vida, asistir a la conferencia era imposible. Reconocía que había sido bastante grosero no cancelar con antelación, pero ya no podía hacer nada al respecto. La idea de dejar a Will aunque fuera por unas horas le resultaba insoportable.
—Tengo que ofrecer una disculpa por... —comenzó Hannibal.
—Detente ahí mismo, Lecter.
Parado en la entrada del estudio, estaba Will, con un waffle a medio comer en la mano y con la boca medio llena. A su lado, Max, los observaba con la cabeza ladeada, creyendo que estaban jugando.
Hannibal se disculpó un momento con el hombre al otro lado del teléfono, lo que le dio la oportunidad a Will de plantarse frente a él.
—Escuche todo. Estabas a punto de decir que ya no ibas, ¿verdad? —acusó Will.
—¿Hay algo de malo en eso?
Will rodó los ojos y, sin previo aviso, le quitó el teléfono de la mano.
—Él te llamará más tarde —dijo Will al hombre al otro lado de la línea antes de colgar y enfrentar a Hannibal—. Tienes que ir.
—No es nada relevante, es solo un aburrido evento.
—Vi anotado este evento en tu agenda desde hace semanas y no vas a faltar solo para "cuidarme" —replicó Will con firmeza, haciendo comillas con los dedos para resaltar la última palabra.
El querido chico, cuando se aburría, hojeaba las cosas que se considerarían privadas de Hannibal, como su agenda y las notas de sus pacientes. Aunque era una invasión a su privacidad, a Hannibal no le molestaba. En cierto modo, le gustaba la curiosidad de Will, pues demostraba un interés genuino hacia él
—Will, entiendo lo que dices, pero…
—No —interrumpió Will—. No necesitas estar pegado a mí todo el tiempo. Mi herida y mi movilidad están casi recuperadas. Tienes que ir. No me voy a romper porque estés un par de horas lejos de la casa, voy a estar bien.
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Promesa Eterna
FanfictionHannibal Lecter es un niño que perdió todo lo que le importaba a una corta edad. Mientras intenta reconstruir su vida y atormentado por los fantasmas del pasado, es cautivado por un curioso infante. Will Graham acaba de mudarse a Francia con su pad...