Una vida juntos

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—¿Llegarás a casa temprano hoy? —preguntó Hannibal, mientras acomodaba los libros de las estanterías de su oficina. Will, sentado en la silla del escritorio, giraba distraídamente

—Llegaré antes que tú. Puedo cocinar las truchas que pescamos el fin de semana —respondió Will, levantándose del asiento 

—Puedo encargarme de la cena cuando llegue, o podemos cocinar juntos. Me gusta cocinar para ti —comentó Hannibal, con ese tono suave que siempre reservaba para Will.

—Lo sé —dijo Will mientras se colgaba la mochila al hombro, preparándose para salir—. Me voy, antes de que se me haga tarde.

Will trabajaba como profesor en la academia del FBI. Su historial como policía y los problemas que enfrentó en su examen psicológico le impidieron convertirse en un agente de campo, pero su trabajo como profesor le gustaba. Dar conferencias, analizar escenas del crimen, y hacer perfiles de criminales eran su especialidad. Aunque no disfrutaba calificar tareas, le fascinaba compartir su conocimiento y preparar a los futuros agentes.

Hannibal ajustó la corbata de Will. Luego se despidieron con un beso rápido en los labios antes de que Will se dirigiera a la entrada de la oficina.

—Esa es la puerta de entrada, amor. La de salida está aquí —dijo, señalando la puerta correcta

—Es más rápido llegar al estacionamiento por esta puerta —respondió Will, con una sonrisa burlona

—Pero esta es la salida —replicó—. Está designada como salida privada para los pacientes. 

—No soy un paciente, así que usaré la puerta que prefiera, Dr. Lecter. Además, su paciente aún no ha llegado, nadie me vera saliendo de tu oficina 

—Las puertas están señaladas para ser usadas de la manera adecuada, querido

Aun así, no pudo evitar sonreír cuando Will salió por la puerta de entrada, desafiante y encantador como siempre. Su amado esposo tenía un encanto entrañable, que Hannibal apreciaba en cada gesto.

Poco después de que Will se fue, alguien tocó con insistencia la puerta destinada exclusivamente a la salida privada de los pacientes. Hannibal, molesto por la falta de respeto hacia las indicaciones, abrió la puerta, encontrandose frente a un hombre vestido de traje.

—Dr. Lecter, buenas tardes.

La primera impresión que Hannibal tuvo del hombre fue negativa. Su mera presencia en esa puerta era una falta de respeto a las reglas claramente señaladas. Si Hannibal hubiera estado despidiendo a un paciente, la confidencialidad que él tanto valoraba habría quedado expuesta de manera innecesaria.

Le pidió que esperara en la sala de espera, El hombre, que se presentó como Jack Crawford, pareció visiblemente confundido. Estaba claro que no estaba acostumbrado a que lo hicieran esperar, y la negativa de Hannibal a recibirlo de inmediato lo irritó. En su mundo, las órdenes se cumplían sin discusión. 

Mientras limpiaba el espacio y organizaba algunos papeles, Hannibal repasó mentalmente el nombre del agente. Había escuchado de Jack Crawford unos días antes, cuando "tomó prestada" la imaginación de su Will para un caso reciente: el del Alcaudón de Minnesota. 

Y ahora, no sabia por que el Jefe del departamento de Ciencias del comportamiento estaba en su oficina. No podía permitirse estar nervioso, pero una ligera preocupación comenzó a burbujear en su mente. ¿Estarían investigándolo?

Después de unos minutos deliberadamente extendidos, Hannibal invitó a Crawford a entrar a su oficina, quien actuaba con bastante confianza al dirigirse a Hannibal, cosa que no le gustaba.

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