Promesa - capítulo final

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Will terminó la clase, y los alumnos se levantaron de inmediato, recogiendo sus pertenencias.

Algunos intentaron acercarse a él, pero Will fingió estar ocupado guardando sus materiales, aparentando no darse cuenta de sus intenciones. Prefería que le enviaran preguntas por correo, pues cuando lo hacían en persona, solían extenderse demasiado, como si buscaran cualquier excusa para prolongar la conversación.

Mientras recogía sus cosas, escuchó algunos susurros a su alrededor. Al levantar la vista, vio a Hannibal entrar al salón con su porte impecable, atrayendo la atención de varias estudiantes, tanto mujeres como hombres.

—Hola, Will —saludo Hannibal, con una sonrisa encantadora

Se saludaron con un breve beso en los labios.

—¿Qué haces aquí? 

Hannibal levantó una pequeña lonchera que llevaba en la mano

—Olvidaste tu almuerzo

Desde que Will entró a la universidad, Hannibal había adquirido la costumbre de llevarle el almuerzo cuando lo olvidaba, una costumbre que se mantuvo incluso cuando Will comenzó a trabajar. Aunque le había dicho en más de una ocasión que no era necesario que abandonara su trabajo para alimentarlo, Hannibal simplemente lo ignoraba.

—Estaba a punto de ir a la cafetería, gracias —dijo Will, acomodándose en su escritorio. Lanzó una rápida a su reloj—. Tengo que apurarme, en un rato tengo una reunión con Jack.

Por alguna razón, Hannibal sonrió, como si encontrara eso divertido. Will tuvo un mal presentimiento 

—¿Quieres comer conmigo?

—Nada me gustaría más, pero tengo un asunto pendiente, querido —respondió Hannibal, con esa voz aterciopelada que siempre parecía esconder algo

Cada vez que Hannibal traía su almuerzo, solían comer juntos. El mal presentimiento se intensificó. Hannibal estaba planeando algo.

Por el rabillo del ojo, Will vio a unas estudiantes susurrar entre ellas mientras los miraban

—¿No tienen otras clases a las que ir? —preguntó Will

Las chicas se sobresaltaron, y prácticamente salieron corriendo del salón

—Creo que les gustas —dijo Hannibal, viendo por donde se habían ido—. Al entrar, escuche a algunos decir lo magnífico que te ves hoy

—¿Bromeas? Apenas te vieron, y más de uno empezó a babear. 

No era raro que la presencia de Hannibal atrajera miradas. Eso siempre molestaba un poco a Will.

Tras un rápido beso de despedida, Hannibal se fue, dejando a Will sólo con su almuerzo y esa persistente sensación de que algo malo estaba por suceder.






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Will iba tarde a su reunión con Jack, quien le dijo que debía llegar temprano. Jack le había mencionado que iba a presentarle a alguien que los ayudaría a crear el perfil psicológico del criminal que estaban persiguiendo, un asesino que había estado secuestrando y matando a jóvenes mujeres. Will apresuró el paso, maldiciendo para sí mismo por la demora

Entró a la oficina de Jack y cerró la puerta detrás de él de un portazo

—Lo siento, llego un poco tarde —dijo, ignorando que llegaba media hora tarde

Jack suspiró.

—Al menos llegaste. Pensé que no vendrías —admitió Jack, claramente molesto, pero decidido a no perder más tiempo—. Will, permíteme presentarte a quien nos va a ayudar en este caso: el Dr. Hannibal Lecter.

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