Hannibal Lecter era paciente y un meticuloso planificador. Sabía que no podía viajar a Lituania en busca de los asesinos de Mischa, ya que poco podría hacer un niño de trece años contra hombres adultos. Por lo tanto, se centró en lo que sí podía hacer: cuidar de Will.
Will estaba jugando con unos autos de juguete, simulando un accidente automovilístico. Era adorable a su manera.
—Papá dijo que tendría que ir al jardín de niños —murmuró Will con un tierno puchero.
—¿No te gusta la idea? —preguntó Hannibal sosteniendo su cuaderno de dibujo con una mano mientras con la otra pasaba con precisión el lápiz por el papel.
Hannibal había comenzado a dibujar desde hacía unas semanas. Era una habilidad que había comenzado a practicar en Lituania, era un prodigio para retratar paisajes, personas y cualquier cosa que se propusiera a dibujar.
En ese momento, el cuaderno mostraba el rostro de Will, y Hannibal se esforzó mucho en capturar todos los rasgos del infante.
—No me gustan los otros niños —admitió—. Papá solía llevarme a una guardería, los niños no me dejaban jugar en paz. Destruían mis construcciones de bloques. Y cuando les lanzaba los bloques para que se fueran, me regañaban y le contaban todo a papá.
—Bueno, Will, es bastante grosero lanzar tus bloques a los demás niños —comentó Hannibal—. Pero, dada tu historia, creo que ellos se lo merecían.
Will levantó la mirada y lo miró maravillado, con una gran sonrisa.
—¡Es lo que yo dije! ¡Me entiendes! —chilló emocionado—. Papá me regañó y me dejó sin postre durante una semana.
—Eso, de hecho, fue bastante cruel.
Will asintió complacido, contento de haber encontrado alguien que lo entendía.
—Si no te gustan los niños, ¿significa que no te gusto yo? —preguntó Hannibal con malicia, aunque odiaba referirse a sí mismo como un niño.
Will hizo una mueca horrorizada antes de levantarse y correr hacia Hannibal para abrazarlo.
—¡No! ¡Lecty es mi favorito! —exclamó Will emocionado, revelando que ese era el nuevo apodo que había ideado para Hannibal.
Will había estado trabajando en buscar un apodo adecuado para Hannibal, y al descubrir que se apellidaba Lecter, ideó ese apodo. Aunque Hannibal esperaba que el niño escogiera otro, no pudo evitar sentirse apreciado.
Hannibal correspondió al abrazo. Will había comenzado a aceptar más el contacto físico con Hannibal, permitiendo que este le brindara cariño libremente de vez en cuando.
Un par de horas después, Hannibal ya había visto por sexta vez la película favorita de perros de Will en esa semana, y apenas era martes.
—¡Perro! ¡Perro! —chillaba Will emocionado al ver una gran cantidad de perros en la pelicula.
—¿Alguna vez has tenido un perro, Will? —preguntó Hannibal, tratando de comprender la obsesión de Will por estos animales.
—No —negó con tristeza—. Papá dijo que cuando sea mayor, podremos tener uno
Hannibal sabía que el deseo de tener un perro era común en muchos niños, ya que representaban compañía, lealtad y amor incondicional. Pero la obsesión de Will con los perros parecía sobrepasar los límites habituales, aunque Hannibal encontraba esa pequeña obsesión adorable.
—¿Qué raza de perro te gustaría tener cuando seas mayor, Will?
Will reflexionó por un momento, su rostro se iluminó antes de salir corriendo a su cuarto con pasos torpes. Hannibal le advirtió que no corriera, preocupado de que pudiera lastimarse, pero Will regresó rápidamente, aunque esta vez se cayó de sentón. Hannibal fue rápidamente a ayudarlo, pero Will no pareció importarle haberse caído, ya estaba acostumbrado a pasar mucho tiempo en el suelo debido a sus caídas.
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Promesa Eterna
FanfictionHannibal Lecter es un niño que perdió todo lo que le importaba a una corta edad. Mientras intenta reconstruir su vida y atormentado por los fantasmas del pasado, es cautivado por un curioso infante. Will Graham acaba de mudarse a Francia con su pad...