Sólo eran niños [Draco Malfoy]

Año 2 - 11.

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—"¿Qué te ha pasado en la cara?"

—"¿Qué quieres decir?"

—"Merlín, estás horrible".

Era su primer día de vuelta al colegio después de Navidad y esas pocas palabras habían sido las primeras que Astrid había oído decir a Pansy.

Daphne había recibido de sus padres un nuevo juego de sombras de ojos y muchos pintalabios y delineadores como regalo de Navidad y estaba obsesionada. Desde que habían vuelto, Daphne no había hecho más que hablar del maquillaje y de qué tipo de salón abriría cuando fuera mayor y de quiénes serían sus clientas y blablabla. —"Y no va a ser demasiado caro, así que también podría ayudar a gente como tú", —había dicho inocentemente, sin darse cuenta del todo de lo que estaba diciendo. Daphne sólo había tenido buenas intenciones, pero su comentario había implicado dos cosas. Una: que era pobre (que no lo era; los demás parecían pensar eso sólo porque no era explícitamente rica como los demás), y dos: que necesitaba desesperadamente maquillaje para tener mejor aspecto. Astrid estaba acostumbrada a los comentarios socarrones de Daphne, así que no le había dado mucha importancia. Bueno, trató de no pensarlo mucho...

Sin embargo, justo en ese momento, de pie en la puerta de su dormitorio, Daphne había hecho un trabajo no tan asombroso al maquillarse y Pansy se lo había señalado. Personalmente, Astrid pensó que en realidad no se veía tan mal.

—"¡Deberías aprender a hacerlo bien antes de salir así! ¿Qué hechizo podrías hacer que se viera así?".

—"No usé ningún hechizo. Todavía no conozco los hechizos de maquillaje", —dijo Daphne sin inmutarse. El morado de sus ojos era sorprendentemente pigmentado.— "Me lo apliqué con las manos y un pincel".

Pansy frunció el ceño, pero Daphne continuó, sin captar la amargura de las palabras de Parkinson. —"Mamá me enseñó esta técnica en la que-"

—"¿Puedes dejar de hablar de la sombra de ojos un segundo, Greengrass, o te juro que tendré que ahogarte en el Lago Oscuro?" —Tracey la interrumpió y parecía que realmente estaba a punto de matar a la chica.

Para ser completamente sincera, la propia Astrid casi había llegado a la misma idea. El maquillaje era lo último de lo que quería hablar y ahí estaba Daphne parloteando sobre su interminable mar de regalos. Astrid no había recibido el doble de regalos que Daphne, pero tampoco estaba celosa: los que había recibido significaban mucho para ella.

Su padre le había regalado un libro de hechizos de aspecto antiguo (tras darse cuenta del repentino interés de su hija por los maleficios) diseñado específicamente para enseñar hechizos inofensivos con los que poder gastar bromas a los demás, y que por su aspecto era muy antiguo y probablemente muy caro. Sabía que su padre odiaba aparecer en el mundo de los magos, así que conseguir el libro debía de ser una aventura en sí misma. Mamá le había regalado a Astrid un pijama nuevo, que llevaba un año señalándole cada vez que iban a mirar escaparates. Al ver el regalo de papá, mamá se puso como loca por lo inapropiado que era. La primera respuesta de Eric había sido que enviara sus quejas a Papá Noel y que él no tenía nada que ver, por lo que ella le había fulminado con la mirada. Parecía enfadada, pero los continuos movimientos de sus labios hacia arriba sólo indicaban que su marido le hacía gracia. La conversación había durado un rato, Eric explicando lo importante que es enfrentarse a los matones, así como lo increíble y divertido que es manipular a los demás en secreto, mientras Laura se mantenía firme diciendo que eso era muy mala educación y que no se debía fomentar la violencia. Eric había argumentado que no era violencia y que era mucho más inofensivo que una pelea física real y Laura había puesto los ojos en blanco preguntándose por qué se había casado con ese hombre. Astrid se limitó a observar divertida. Para ella, era como una telenovela española que había visto una vez en la tele y si hubiera tenido palomitas habría sido una experiencia completa.