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Dos palabras... San Valentín.
¿Qué es San Valentín? Astrid no estaba muy segura. ¿El día del amor? Tal vez. ¿Una excusa para morrear descaradamente a tu pareja en público? También es probable. En su casa, San Valentín nunca había sido una ocasión demasiado especial. Su padre solía llevar a su madre a cenar y, a veces, Astrid encontraba algún caramelo de chocolate por casa. Y eso era todo.
Aquí, en Hogwarts, era diferente. Muy diferente.
Todos eran adolescentes o preadolescentes que entraban o pasaban por la pubertad, tratando de averiguar cuál era su lugar en el mundo y qué lugar ocupaba el sexo opuesto en todo ese panorama. El día de San Valentín era como un dedo gordo que te señalaba y te decía que no hay otra forma de vivir en este mundo que con alguien especial a tu lado.
Astrid no encontraba muy atractiva la idea de tener que depender de otro, pero aquel día en particular, estaba muy claro quién lo hacía. Muchas, muchas chicas parecían burbujear de emoción por saber si alguien les regalaría algo o no. Cuando iba sola a desayunar, Astrid ya había visto al menos a dos chicas chillar de emoción cuando otro chico sonriente les hacía un regalo, así como a tres parejas besuqueándose. Era repugnante... en su mayor parte. Y Astrid rezaba por no ser nunca tan risueña como las chicas que la rodeaban.
Tardó menos de 5 minutos en romper su promesa recién hecha. Aunque, ella se reía por una razón completamente diferente.
Ella y Daphne se dirigían juntas al Gran Comedor para desayunar, como hacían todas las mañanas. Daphne no estaba tan animada como las otras chicas, pero Astrid se daba cuenta de que su amiga estaba entusiasmada. De algún modo, durante las vacaciones de Navidad, Daphne se había transformado parcialmente en Pansy y había desarrollado un mayor interés por los chicos. En muchas ocasiones había intentado hablar de los chicos de su colegio con Astrid, pero ésta no estaba muy interesada en ese tipo de conversaciones. Aun así... las dos sabían un par de cosas sobre Pansy y los chicos y por eso precisamente habían decidido hacer lo que hicieron.
Las dos se sentaron en su sitio habitual en la mesa y Astrid se atiborró de huevos y bacon en el plato. En su opinión, el desayuno era la comida más importante del día y no entendía cómo otros, por ejemplo Tracey, podían arreglárselas con una simple tostada y una taza de té. Pero, suponía Astrid, Tracey solía pasarse el día sentada en algún rincón leyendo; Astrid era un poco más activa. Pero no era sólo eso lo que la sorprendía. A Astrid también le gustaba mucho el sabor de la comida y no entendía por qué algunos otros no lo querían. Astrid nunca había sido quisquillosa con la comida y le costaba entender por qué los demás sí lo eran. Además, desayunar en Hogwarts era como desayunar en un hotel de lujo, pero mucho mejor. Aquí (como había aprendido de Harry) la comida nunca se enfriaba, nunca se agotaban las existencias y simplemente había TANTAS opciones.
Astrid fue sacada de sus pensamientos por el sonido de las lechuzas ululando y agitando las alas sobre su cabeza. Sonrió con satisfacción y, por una vez ese día, se sintió tan vertiginosa y emocionada como los demás estudiantes del Salón.
Como siempre en San Valentín, las letras atadas a las patas de las lechuzas eran de una cantidad considerablemente superior a la habitual. Astrid escuchaba los jadeos y risitas alrededor de la sala pero sus propios ojos estaban clavados en Pansy. La lechuza de la chica también había llegado en picado portando una carta muy especial. Astrid intercambió una mirada con Daphne y rieron en voz baja cuando oyeron a Parkinson jadear.
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Sólo eran niños [Draco Malfoy]
RandomEl chico que no tuvo elección y la chica que se equivocó. Certeza y precisión era lo que Draco Malfoy había conocido durante toda su vida. La incertidumbre era lo que a Astrid Ninomae siempre le había gustado buscar. Donde Draco era una tormenta d...