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Astrid se congeló en su sitio, la pechuga de pollo casi resbala de uno de los platos por el repentino movimiento.
Oh, vaya, ¿era yo tan perra?
Apenas se percató del enrojecimiento de los ojos del muchacho antes de que éste saltara de su sitio sobre la cama de Blaise y se girara para mirar en otra dirección, moviendo la mano para limpiarse agresivamente bajo el ojo. Astrid ya abría la boca para escupir un comentario burlón, pero no lo logró antes de que su corazón se apretara, quitándole un poco el aliento e impidiéndole decir absolutamente nada.
—"¿Qué quieres, Ninomae? No eres bienvenida aquí!" —Malfoy se apartó el pelo castaño de la cara, aún sin volverse hacia ella mientras retrocedía un poco y volvía a la cama. Ella se quedó de pie, aún congelada, viendo cómo su mano bajaba hasta la cama, donde había un pergamino. El chico lo levantó con la mano y cogió también el sobre que había debajo -uno con un inconfundible escudo verde y plateado con una "M"- y lo lanzó al aire. Antes de que ella pudiera preguntar nada al respecto, él ya había quemado ambos papeles.
—"He traído comida",— dijo Astrid con torpeza, con la voz todavía un poco entrecortada. Sabía que estaba llorando, eso era obvio. Pero tampoco era menos obvio que Astrid nunca había sabido qué hacer con la gente triste. Sobre todo cuando intuía que todo era culpa suya. No sabía cómo, pero lo sentía así.— "Yo también traje una manzana..."
Malfoy gruñó.— "No quiero una manzana".
Astrid se limitó a parpadear en respuesta. Habiendo permanecido allí unos segundos más, tomó nota de la puerta aún abierta y se movió para empujarla y cerrarla silenciosamente. La puerta hizo clic y todos los sonidos del pasillo de los dormitorios de los chicos y de la sala común se apagaron, dejando a las dos adolescentes en silencio, reflejando todas sus acciones en voz demasiado alta. Se oyó otro resoplido silencioso mientras Astrid colocaba los platos de comida sobre una cómoda cualquiera.
—"Malfoy..."
—"¡Déjame en paz!"
—"¿Eso era una carta?",— dio un paso adelante, cautelosa.
—"¡Vete a la mierda, Ninomae!"
—"De tu padre..."
—"¡He dicho que te largues, Ninomae!" —Malfoy se giró furioso y la fuerza de su mirada la hizo retroceder un pequeño paso. Astrid trató de concentrarse en la ira, intentando sentirse menos patética y más enojada con su tono, pero no pudo. Sus ojos estaban mucho más rojos que de costumbre -el resultado obvio de haberse frotado demasiado con la esperanza de detener el flujo de lágrimas que los había invadido justo antes de que ella entrara- y eso era todo lo que podía ver.
Su rostro se desencajó y el chico frunció el ceño, moqueando de nuevo, limpiándose rápidamente debajo de uno de sus ojos y dándose la vuelta para reorganizar las cosas en la mesa de trabajo de la habitación. Una mesa de trabajo que Astrid nunca había visto más que perfectamente ordenada, igual que entonces.
Permaneció en su sitio, observándole atentamente, mientras su mente se agitaba en busca de alguna medida adecuada. Era difícil pensar en una cuando ni siquiera sabía cuál era la verdadera culpable. Si era ella la que le había molestado, el muchacho no querría ni hablar con ella. Aunque... teniendo en cuenta que estaba llorando, probablemente no querría que ella lo viera a pesar de todo. Pero si era algo sobre su padre, tal vez querría que ella lo consolara. Aunque ella ni siquiera sabía cómo hacerlo...
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Sólo eran niños [Draco Malfoy]
RandomEl chico que no tuvo elección y la chica que se equivocó. Certeza y precisión era lo que Draco Malfoy había conocido durante toda su vida. La incertidumbre era lo que a Astrid Ninomae siempre le había gustado buscar. Donde Draco era una tormenta d...