Año 3 - 16.

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El tercer año fue un año legendario. Por muchas razones.

Aunque Astrid nunca lo habría imaginado cuando subió al tren el 1 de septiembre y ocupó uno de los compartimentos vacíos.

Sus padres tenían que ir a trabajar temprano esa mañana, así que la habían dejado mucho antes de lo habitual. Eran apenas las ocho de la mañana cuando puso un pie en el lado muggle del así llamado mundo, estación... no estaba segura de cómo llamarlo. En cualquier caso, escuchando música en sus auriculares, que reproducían los suaves ritmos hip-hop de las canciones que había grabado en su walkman, paseó por la estación y se deleitó con una taza de té caliente, convenciendo incluso a la vendedora para que le pusiera un poco de leche a pesar de que no estaba en la oferta.

Como de costumbre, Astrid había pasado el verano sola. Era hija única, así que estaba acostumbrada y sabía cómo entretenerse. Aunque este verano se había sentido más sola que los demás. Vivir la mayor parte del año en una habitación llena de gente le estaba pasando factura. Lo que era un poco más inusual que otros veranos, y un hecho del que la propia Astrid estaba sorprendida y orgullosa a la vez, era que había empezado a correr cada dos mañanas para mantenerse en buena forma. Al igual que el año anterior, estaba decidida a ganarse el puesto que le correspondía en el equipo. Para el cumpleaños de Astrid, su madre la había sorprendido comprándole los auriculares para que corriera de forma más agradable y divertida. A Astrid le habían encantado, y seguían encantándole, porque la música había sido una de sus mayores fuentes de entretenimiento durante las vacaciones.

Astrid seguía muy decepcionada porque Flint ni siquiera la había dejado jugar en el partido contra Hufflepuffs del año anterior, que todos sabían que habrían ganado fácilmente de cualquier manera (siempre lo hacían). Marcus incluso había dejado que Mike jugara de guardián para que el chico se llevara su parte del trato, pero cuando Astrid había insistido en que no era justo, Flint no le hizo caso. El muchacho se había limitado a llamarla demasiado arrogante para su propio bien y a decirle que sabía de antemano a lo que se estaba apuntando. No obstante, Astrid estaba decidida a no dejar pasar el año siguiente sin jugar al menos un partido. Sabía que era buena. Sabía que Flint sabía que era buena. Todo lo que tenía que hacer para convertirse en una jugadora constante era asegurarse de que todo el colegio viera lo buena que era para que Flint no tuviera más remedio que dejarla jugar. Al menos ese era su plan...

Después de tomarse el té, mirar escaparates y terminar la segunda repetición de las canciones que había grabado en una de sus cintas, Astrid bajó las escaleras y atravesó el muro de ladrillos para llegar al andén 9 3/4. Eran alrededor de las diez de la mañana. Eran alrededor de las diez de la mañana y ella seguía siendo una de las primeras personas en llegar al andén. El tren siempre salía a las once en punto, pero rara vez alguien llegaba una hora antes. Al fin y al cabo, no se tardaba más de cinco o diez minutos en subir al tren.

Pero aún así... sentada en el tren, después de haber estado calentando su asiento durante una media hora, Astrid no estaba precisamente aburrida. Estaba emocionada y un poco ansiosa, claro. Al fin y al cabo, iba a encontrarse con todos sus compañeros de piso después de dos meses sin verlos, pero la música la ayudaba a olvidarse de todo lo que la rodeaba.

Estaba absorta en sus pensamientos y en la música, con los ojos cerrados, asintiendo con la cabeza a la letra de "Oh Carolina" de Shaggy, y no se dio cuenta de que la puerta de su compartimento se abría lentamente. Pero se alegró de que hubiera ocurrido en ese momento. Estaba a punto de levantarse y ponerse a bailar cuando una voz la sobresaltó y le hizo abrir los ojos y soltar un grito de sorpresa.

Sólo eran niños [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora