Año 5 - 104.

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"Buenos días..." exclamó Daphne en cuanto vio a Astrid entrar y sentarse a su lado en la mesa de la clase de Historia de la Magia.

Sentada al fondo, el profesor Binns ni siquiera se había dado cuenta de que Astrid Ninomae había llegado tarde.

"Buenos días", sonrió, sacando sus libros delante de ella, aunque en lugar de abrirlos, se limitó a apoyar la cabeza sobre ellos.

"Una noche larga, ¿eh?" Daphne siguió sonriendo burlonamente mientras Astrid bostezaba, un mechón de pelo le cayó justo sobre la boca, haciendo que casi se lo lamiera. "¿Cómo te vas para que nunca me dé cuenta?".

La noche anterior Astrid se había escabullido para tener un rato a solas con Malfoy en la sala común. Las pocas horas en las que el rubio debía estar haciendo rondas eran aprovechadas para siempre por los dos adolescentes pues sabían que nadie más que ellos estaría despierto a esa hora de la noche. Astrid nunca había imaginado que perdería el sueño por algo tan trivial como besuquearse, pero allí estaba, nada menos que besuqueándose con aquel a quien siempre había despreciado.

Cada vez que la chica pensaba en todo lo que estaba cambiando en su vida, le entraban ganas de reír.

"Sería mucho menos interesante si te lo dijera", Astrid se humedeció los labios y luego frunció las cejas, mirando lentamente a Malfoy.

Observó cómo sus ojos cambiaban de enfoque del profesor y volvían a su pergamino mientras escuchaba y garabateaba notas. Con las cejas fruncidas, la muchacha pudo imaginárselo en desacuerdo con algo que el profesor había dicho. No se sorprendió al verlo levantar la mano para interrumpir.

Al ver cómo el muchacho interpelaba al profesor, cómo entreabría los labios, cómo fruncía un poco la nariz y cómo sus dedos golpeaban la mesa con irritación mientras escuchaba la respuesta del profesor con la que seguramente no estaba de acuerdo, la mente de Astrid se desvió hacia un recuerdo de una de las noches en que habían holgazaneado en la sala común.

Derretida en un charco por la sensación de los labios de Malfoy contra los suyos se había sentido terriblemente decepcionada al sentir como él se apartaba, poniéndose en pie de un salto. El aire frío que envolvía su cuerpo se había vuelto aún más frío cuando lo vio fulminarla con la mirada, arrugando la nariz de forma similar en cuanto a cómo le iba en clase. Por un momento, Astrid se preocupó mucho por lo que había hecho mal, ya que había tenido mucho cuidado de no tocarle el pelo, sabiendo que eso siempre le enfurecía. Allí tumbada, viendo su expresión enfurecida, casi se convenció a sí misma de que tal vez se lo había tocado accidentalmente. Pero su preocupación se desvaneció rápidamente cuando el chico miró hacia un lado, detrás del sofá en el que estaba tumbada, y le dirigió una mirada mordaz que ella interpretó al instante como que quería seguirle el juego. El sonido de pasos se hizo entonces inconfundible. Él le había gritado que ya le había dicho tres veces que volviera a su dormitorio. Ella había seguido con su primera idea y se había hecho la intoxicada al declarar que no quería subir porque quería dormir en el sofá. Su discusión se volvió ruidosa y ridícula muy rápidamente y mientras seguían adelante con ella, ambas sólo podían esperar que la de segundo año no supiera muy bien cómo actuaba la gente cuando estaba borracha, porque en el momento en que Astrid gimoteó un fuerte "no puedo subir las escaleras, estoy borracha", su voz chirrió un poco al final, indicando lo estúpida que creía sonar, fue un claro indicio de que en realidad no estaba borracha. Por suerte, la chica de segundo año se había sobresaltado demasiado por la fuerte discusión como para prestar atención a los detalles.

Sólo eran niños [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora