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A las alumnas sólo les esperaban más complicaciones cuando llegara el día de la tercera tarea.
Pero por el momento, las chicas eran felices.
En cierto modo.
La más feliz de ellas era Tracey Davis, que daba vueltas alegremente por el pasillo del primer piso. Llevaba el pelo suelto y rizado, como le había pedido Daphne. Se maquilló la cara con un maquillaje más atrevido de lo habitual, sugerido por Mills, aplicado por Pansy y regañado por Rosier.
¿Regañada por qué? Bueno, a Rosier le parecía totalmente ridículo y estúpido que Tracey hubiera hecho tanto sólo para llamar la atención de Cedric Diggory, el chico por el que todos estaban deseando que ganara aquel día.
Tracey tocaría con la orquesta del colegio mientras los campeones estaban en el laberinto y sus amigos se habían asegurado de que fuera la chica más guapa de todas.
Tracey Davis aún tenía novio, pero estaban en un camino siempre pedregoso. Tracey era incondicional a sí misma y nunca pudo entender cómo el chico siempre se ofendía cuando ella empezaba una discusión. No es que quisiera ofenderlo, simplemente estaba acostumbrada a tener esas discusiones con Rosier y la chica de ébano nunca se ofendía. En todo caso, sólo encontraba cada vez mejores argumentos para llevarle la contraria. Tracey Davis estaba en una ruptura no muy discutida con su novio y nunca había ocultado su enamoramiento por Cedric Diggory.
Por supuesto, la chica no estaba para insinuarse. Después de todo, ella tenía catorce años y él diecisiete. Pero siempre le había gustado soñar. Imaginar que era guapa y todos los escenarios en los que el tipo podría acercarse a ella era indescriptiblemente placentero.
Este fue uno de los pocos días en que Tracey Davis apagó su actitud permanentemente negativa, permitiéndose por un momento dejarse llevar y no preocuparse. Se permitió saltar y dar vueltas por el pasillo vacío, con el violín en la mano tocando una melodía de estilo libre y cantando letras tontas que ella y sus compañeras de habitación habían inventado sobre el torneo.
Se permitió saltar y dar vueltas hasta que chocó accidentalmente con alguien a quien no esperaba ver. Se permitió saltar y girar hasta que se arrepintió de haberse dejado llevar.
Las chicas soltaron una risita al ver a Tracey darse la vuelta con un pequeño "eh". La única persona que parecía menos que entretenida era Rosier.
—"Perdone..." —las palabras murieron en la garganta de Tracey cuando se giró para ver de quién se trataba. La muchacha de ojos verdes tragó saliva, dejando escapar una risa temblorosa mientras miraba fijamente a un par de ojos idénticos de color verde oscuro.
—"Hola, madre", —la sonrisa de Tracey había desaparecido, su postura se había recuperado y ahora miraba a la mujer con una expresión perfectamente educada. Miró por encima del hombro de la mujer y dedicó una media sonrisa y una inclinación de cabeza al hombre que estaba allí.— "Padre. ¿Qué haces aquí?"
Astrid sólo se dio cuenta de que se había detenido en seco cuando sintió que Rosier la empujaba desde atrás, indicándole que siguiera avanzando. Astrid comprendió al instante la implicación de la mirada de Rosier. Tenían que alejar a Tracey y la chica de ojos marrones tenía que hablar con ellos.
—"Señor y señora Davis", —saludó Astrid haciendo lo posible por suavizar la evidente tensión. —"Encantada de conocerles. Tracey nos ha hablado muy bien de ustedes". —Astrid no sabía nada de los dos adultos. —"Supongo que han venido a ver el espectáculo...".
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Sólo eran niños [Draco Malfoy]
RandomEl chico que no tuvo elección y la chica que se equivocó. Certeza y precisión era lo que Draco Malfoy había conocido durante toda su vida. La incertidumbre era lo que a Astrid Ninomae siempre le había gustado buscar. Donde Draco era una tormenta d...