Nueva vida//Neteyam

Capítulo 34: - No lo malinterpretes.

3 días han pasado ya desde mi primera clase con Neteyam. Como el tema del arco lo tengo completamente dominado, decidió pasar a otros ámbitos que según él, ve importantes para poder vivir junto a los Omaticayas.
Hemos estado practicando el vuelo en ikran, el lenguaje na'vi, la escalada, y como no, me ha mostrado algunos de los lugares en los que se recaudan las frutas y verduras que ellos consumen. También he interpretado rastros y huellas de animales en el abrevadero, y he tenido que saber identificarlas por sus casi imperceptibles olores. Aunque esto pueda sonar divertido, puedo asegurar que no tiene ni pizca de entretenimiento.
Con Neteyam es, o aprendes rápido o mueres. Y no exagero cuando lo digo así, ya que nunca se espera para ir a mi ritmo. Si él de la nada se lanza sobre una enorme hoja desde alturas impresionantes, yo también debo de hacerlo sin rechistar, o este seguirá avanzando sin mí.
No he mencionado algo que llamó mucho mi atención hace unos días, y es que ellos son capaces de percibir sonidos casi imposibles de escuchar desde un oído humano. Asimismo, él ha tratado de enseñarme a escucharlos, pero todavía me falta mucha práctica para lograr hacerlo como él.
Ahora mismo, estamos de nuevo en el abrevadero, observando lo que él mencionó que eran "nantang", que en mi idioma significa viperlobos.
Tuvimos que arrastrarnos por el barro para no ser vistos y ocultarnos tras unas hojas mientras los observábamos con cautela.
Estaban la madre y sus cuatro cachorros revolviéndose por la hierba mientras jugueteaban graciosamente.

Ley'ha: - Oye..., todavía no entiendo por qué estamos aquí. - confesé mediante susurros.

Este me echó un vistazo y volvió a fijar la vista en la familia de criaturas.

Neteyam: - Tienes que aprender sobre la vida en el bosque, si quieres convivir con nosotros. - indicó, también susurrando.

Ley'ha: - Pero si vosotros vivís ocultos en una montaña flotante. - indiqué. - Que yo sepa, allí arriba no hay más que ikranes. - le espeté.

Él iba a responderme, pero repentinamente alzó sus orejas y frunció el ceño desviando su mirada al frente.
Cuando yo miré hacia el mismo lugar que él, vi como uno de los cachorros de viperlobo nos observaba fijamente, mientras avanzaba con curiosidad hacia donde nos encontrábamos.
Abrí la boca para avisarle, pero este colocó su mano sobre esta, impidiéndome hablar. Con su otra mano, me indicó que no hablase por lo que me mantuve en silencio.
A la vez que este apartaba la mano de mi boca, el cachorro atravesó las hojas y nos descubrió.

Este se quedó quieto por unos segundos, y luego se acercó a mí y comenzó a olisquearme alegremente mientras movía su cola.
A este, se le unieron sus hermanos que comenzaron a chupetearme y olisquearme, ignorando completamente a Neteyam.

No pude evitar reír, al sentir cosquillas con sus roces y esto llamó la atención de la madre, la cual se acercó hasta nosotros a la defensiva.
Ambos nos levantamos de golpe al verla, y adoptamos posiciones de defensa. Al ver como actuábamos, está bajó la cabeza y se acercó a mí con cautela.

Neteyam sacó su cuchillo con la intención de matarla, pero yo le detuve. No sentía que ese animal fuera a matarme, más bien era como si quisiera ser amigable conmigo.
La criatura se pegó a mis piernas, y lentamente, con cuidado de no asustarla, me agaché para estar a su altura y le acaricié sin saber muy bien lo que estaba haciendo. Su crías me contemplaron y dejaron que también les acariciase a ellos.
Una ola de lametones y caricias, recorrieron mis piernas y algunos cachorros se abalanzaron sobre mí, con la intención de jugar. Perdí el equilibrio y caí hacia detrás, quedando sentada con las piernas semi dobladas y los viperlobos lamiendo mi cara.
Comencé a reír ante la situación, ya que en cierta parte, se comportaban como cachorritos perrunos. Traté de apartarles, pero cuanto más me esforzaba, más bruscos eran y más me lamían.