Capítlo 7: - Chica del mar.

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Llevo más de media hora corriendo por el bosque, y el Thanator sigue persiguiéndome. He esquivado árboles, escalado rocas, he incluso me he columpiado con una liana. Pero el bicho negro sigue tras de mí, tratando de convertirme en su almuerzo y el de su pareja medio muerta.

Ley'ha: - ¡Déjame ya!  - exclamé desesperada. - ¡Yo no quería hacerle eso a tu pareja, pero es que se iba a comer a las de mi grupo! - grite, aún a sabiendas de que no me entendía.

Volví a esquivar un árbol, y a hacerlo, vi que cerca, había un árbol con enormes raíces con huecos bajo ellas que podían servirme como refugio. Corrí hacia dicho árbol, y me dejé resbalar hasta el interior de uno de los huecos del árbol.
El Thanator, comenzó a golpear las raíces con sus zarpas, rompiéndolas. Eso hizo que retrocediera en el agujero, a medida que él iba rompiendo las raíces más próximas a mí.
No duré mucho en ese "refugio", porque al cabo de los minutos, acabó rompiendo todas las raíces, dejándome al descubierto.
Salí de un salto del lugar, y por los pelos, no me agarró de la pierna.
De nuevo, corrí en dirección contraria al Thanator, ya casi sin fuerzas para seguir. Se me daba bien correr, pero nunca me habían entrenado para escapar durante media hora de una bestia de más de 2 metros con ganas de almorzarse un avatar. Por lo que cada vez mi velocidad iba disminuyendo, y eso hacía que me fuera pisando los talones.

De repente, el sonido de agua en movimiento se hizo más fuerte. Algo me decía que debía de encontrar ese riachuelo para poder salvarme, así que traté de seguir el sonido del agua. Sin duda alguna, fue la peor idea que pude haber tenido, por que seguir mi instinto me había llevado al borde de una cascada, sin posibilidad de retroceder o cambiar de rumbo.

O saltaba, o moría. Miré hacia abajo con miedo, para ver que tan alto estaba, y al segundo me arrepentí. Perfectamente podría estar a 20 metros del suelo. Una mala caída podría dejarme paralítica, o peor aún, matarme. Pero era eso o ser devorada dolorosamente por un animal, así que no lo pensé mucho y di unos pasos hacia detrás para coger carrerilla.
Vi como el animal se acercaba a mí a gran velocidad, y cuando estuvo a punto de hincarme el diente, salté.

Ley'ha: - ¡AHHHHHHHHHHH!- exclamé. - ¡DIOSITO SI EXISTES, NO DEJES QUE ME MUERAA! - grité espantada, justo antes de caer al agua y hundirme.

Bajo el agua, me golpeé contra rocas, y arañé mis rodillas. Estuve cerca de 2 minutos en el fondo, mientras trataba de subir hacia arriba para respirar. Tuve suerte de caer en una zona profunda, ya que si hubiera sido de mayor altitud, podría haberme roto las piernas en el impacto.
Subí a la superficie agitada, y traté de agarrarme a una raíz de árbol que pasaba por encima del agua. Tosí unas cuantas veces, hasta que al final recuperé fuerzas y empecé a nadar hasta la orilla.
Cuando pensé que todo había acabado, me di cuenta de que esto solo había sido el comienzo del peor día de mi vida. Una "chica" salió del agua agitada, y cogió aire con fuerza. Parecía haber estado aguantando la respiración bajo el agua para que no la viera. Claramente, me asusté con su presencia, y a modo de defensa, saqué mi navaja y retrocedí hacia un lugar donde pudiera hacer pie.

Ley'ha: - Ni se te ocurra lanzarme una de tus flechas venenosas. - dije amenazante. Conocía que los na'vi de este clan, hacían flechas con veneno. Si una de estas me atravesaba el corazón moriría en tan solo 2 minutos y como es comprensible, no tenía ganas de que eso sucediese.

Esta alzó sus manos temerosa, y me sorprendió descubrir que tenía unas especies de aletas en los brazos. Además, su pelo era tan rizado como el mío en mi versión humana, y sus ojos eran azules, igual que yo. Que yo supiese, los Omaticaya no tenían ese tipo de pelo, ni igual color de ojos. Por no hablar de su tono de piel, que era de un azul mucho más claro que la mía.

Na'vi extraña: - ¿Flechas venenosas? - preguntó confundida con las manos en alto. - ¡Yo no tengo de eso, te lo juro! - exclamó asustada.

La examiné dudosa, y finalmente bajé el arma. Esta suspiró aliviada al ver que no iba a atacarla, y bajó lentamente los brazos mientras me contemplaba. Era extraño, porque tenía la sensación de haberla visto en algún lugar.

Nueva vida//NeteyamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora