Capítulo 54: Disputa de hermanos.

136 15 2
                                    



Neteyam: - Calma, toma, bebe. - trató de relajarme, entregándome un cuenco con agua.

Aún temblando por mi visualización, acepté agradecida su ayuda, y a pesar de seguir extrañamente incómoda respecto a como trató a esa chica en la playa, no dije nada ni le repliqué.
Todos en el lugar me observaban atentos, generando de vez en cuando cuchicheos por mi actitud. Ronal, la cual había sido la encargada de otorgarme dicha bebida alucinógena, se arrodilló a mi lado, junto a Neteyam, el cual llevaba pendiente de mí todo este rato.

Ronal: - ¿Cómo te encuentras? - preguntó, colocando una mano sobre mi frente para medir mi temperatura. - Aún sigues muy caliente. - indicó, con un tono culpable.

Neteyam: - Claro que lo está, la habéis drogado. - recriminó molesto, pero sin subir el tono de voz por respeto a su posición.

Él, dio unas suaves palmaditas en mis espalda, tratando de calmarme y después, dirigió la vista hacia la tsahik, incriminándole.
Ella le ignoró, y continuó su travesía.

Ronal: - Dime, ¿qué viste? - preguntó por segunda vez desde que desperté, tratando de sonsacarme información.

Un suspiro llenó el silencio.

Ley'ha: - Ya se lo dije. Muerte, eso es lo que vi. - recordé mirando hacia la arena, volviendo a sentir ese vacío en el pecho.

No estaba en mis planes contarles que me había parecido ver a Neteyam morir, junto a una supuesta hija suya a la que amó y entregó su vida. Eso sonaría bastante surrealista, y en estos momentos no me apetecía ser objeto de burla de nadie más.
En el fondo, se escucharon quejas y después de unos segundos de molestos murmullos, alguien habló.

- ¿El futuro que La Gran madre nos muestra, es la muerte?- preguntó sin creerlo. - ¿Entonces de qué sirve venerarla, si con su ayuda o sin ella nuestro futuro será igual de desastroso? - añadió.

De nuevo, cuchicheos llenaron el ambiente y algunos na'vi estuvieron de acuerdo con sus ideas. En un abrir y cerrar de ojos, ese insignificante ruido de voces, pasó a ser gritos y discusiones de unos contra otros.

Mientras tanto, solamente me limitaba a enterrar mis dedos bajo la suave arena y disfrutar de los rayos de sol que me envolvían en un cálido abrazo tropical, a la vez que trataba de afianzar lo presenciado minutos antes.

Tonowari: - ¡Ma'wey, na'villa, ma'wey! Calma pueblo, calma! )- exclamó imponentemente.

Con el ataque de sus palabras, todos los demás guardaron silencio e incluyéndome a mí, dirigimos nuestra atención  a su presencia.

Tonowari: - Si Eywa nos ha mostrado muerte, es porque debemos tener en cuenta su posibilidad, no porque sea nuestro final. - aclaró tratando de relajarles.

De entre la multitud, apareció su hijo mayor, dispuesto a defender la idea de su padre y mi posición. Este, avanzó hasta mi lado y una vez juntos, alzó la voz.

Ao'nung: - ¿Y qué, si vemos muerte?. - preguntó retóricamente. - Nunca le hemos temido, porque nos acerca a la gloriosa inmortalidad. - dijo, haciendo referencia a su deidad.

Todos lo contemplaron en silencio, y aunque sus palabras sonasen convincentes, les faltaba algo. Faltaba algo de coraje y empuje hacia los corazones de quienes lo escuchaban.
Dispuesta a ayudar, me levanté del suelo, dejando a Neteyam confundido, y me coloqué a su lado, notando que solo me superaba unos pocos centímetros de altura.

Ley'ha: - En mi breve tiempo aquí, he aprendido que este pueblo alberga guerreros indomables, una fuerza imparable.  - dije, resaltando por mi inesperada actuación. - Así que si la muerte nos acecha, ¡le estaremos esperando con coraje y determinación! - exclamé, logrando subir los ánimos de una forma realmente significativa.

Nueva vida//NeteyamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora