Capítulo 64: Amenazada a muerte.

120 8 21
                                    


El sol había desaparecido del bosque pandoriano. El astro de Polifemo se asomaba entre sobre los árboles, mostrándose en su más glorioso esplendor. Las estrellas iluminaban la noche haciendo de guías de nuestros pasos, perdidos entre la maleza húmeda y fría. Una brisa fresca acarició mi rostro, entumeciéndolo un poco. El olor a tierra mojada y aire puro recorría mis fosas nasales, dejándome ser partícipe de ese ambiente pacífico.
Gracias a la luz bioluminiscente que las plantas emitían, sabíamos por dónde pisar y qué lugares evitar. Aun así, tenía el presentimiento de estar perdida. Todo parecía ir según lo planeado. Jinetes sobre sus ikranes, sobrevolando las copas de la inmensa arboleda, y guerreros armados tras de mí. Solo un pequeño grupo de na'vis adultos, se había echado hacia atrás, y decidido no acompañarnos. Hasta ahora, no había ni rastro de ellos. Al igual que, Iteynem...pensé.

Tal vez solo estaba siendo víctima de los nervios, y por eso actuaba tan paranoica. Pero para mí, todo parecía estar relacionado.
La desaparición de los na'vis y el hecho de que la propia Pandora tratase de frenar mi avance.
Nada más disponernos a salir, traté de invocar a mi ikran, Eantaw. Este no se presentó. Nunca me fallaba, cuando yo le llamaba acudía a mí. Ya que al fin y al cabo, éramos prácticamente uno. Él provenía del agua en mi cuerpo. El colgante que nos unía, desapareció hace tiempo pero eso no complicó nuestro lazo en absoluto. Entonces, ¿por qué justo esta noche no había aparecido?

Después de conseguir bajar, gracias a que Neteyam me cedió sitio en el suyo, tropecé con un puñado de piedras mal colocadas. ¿Y qué? Todo el mundo puede tener un despiste y tropezar..., razoné. El problema es, que segundos antes habría jurado no haber visto nada justo en el lugar donde aparecieron. Suponiendo que se tratase de una falta de visión por la oscuridad, aun así, no podría ser capaz de explicar todo lo de después.
Tras caminar por unos minutos, guiándonos por mi instinto para localizar grandes fuentes de agua, bajamos por una ruta pedregosa hasta llegar a un claro de hierba suave y de un verde azulado luminiscente. Justo cuando estaba apunto de abandonar mis ideas, una familia de thanators apareció de la nada y comenzó a perseguirnos, provocando una gran desviación de nuestro camino. Los thanators no son animales nocturnos. Durante la noche, duermen en sus guaridas y los adultos se preparan para cazar durante el día, mientras las crías esperan a ser alimentados. Por lo que, encontrarlos de repente a toda una familia, y durante horas no comunes en sus horarios...no es nada normal.

Aun así, continué con la misión. No era capaz de abandonar a la gente atrapada ni tampoco a echarme hacia atrás ahora. Una buena comandante jamás abandonaría su misión y mucho menos a un escuadrón.
Avancé entre la maleza, acompañada de los na'vi, Neteyam, Jaeb y Lo'ak a mi lado. Fue entonces cuando cientos de atokirinas nos maravillaron con su presencia inesperada. Por supuesto, los Omaticaya lo interpretaron como un presagio de buena suerte, por parte de La Gran Madre, Eywa. ¿Y el problema? Siempre que dichas semillas del árbol sagrado se hacían presencia a mi lado, sucedía algo malo. O caía en un profundo sueño donde presenciaba cosas fatales, o una voz me hablaba casi en forma de acertijo para avisarme de un futuro aún peor.

Aún después de todo, aquí estaba. Frente a un enorme peñasco, liderando a un grupo de alieníjenas azules de más de dos metros, y armada con mi arco y flechas de siempre. ¿Qué puede salir mal?, me pregunté, antes de tapar mis oídos con ambas manos, protegiéndolos del sonido que los explosivos hacía al comenzar a ser lanzados contra la piedra. Tras esta, había un túnel estrecho, con un ancho lo suficientemente grande como para poder pasar de uno en uno.
Poco a poco nos fuimos adentrando y hasta que no estuvimos todos en el interior, no sucedió la siguiente tragedia. El sonido de escombros caer, sonó desde la entrada del conducto, hasta llegar a nosotros junto a una enorme nube de polvo terroso.

Nueva vida//NeteyamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora