•No llores•
Ya hace una hora que Porsche había llegado a la casa de los Theerapanyakul, lo primero que hizo fue buscar a su amigo, al cual por lógica buscó primero en su habitación, dando gracias al no equivocarse, pues en efecto Pete se encontraba en su cuarto, pero no estaba solo, no claro que no, el pequeño Venice estaba pegado a él como si de goma de mascar se tratara.
A Porsche se le partió el alma ver al cachorro aferrado al cuerpo de su padre, la manera en la que lloraba llamándolo para que volviera en sí.
Inmediatamente, el omega lo abrazo y liberó de sus feromonas para calmar al niño, el cual se veía verdaderamente angustiado y hasta asustado, pero Porsche le dijo que todo estaría bien y no había de qué preocuparse.
El niño lo miró con ojitos llorosos y un puchero en su boquita.
— ¿De veldad? — sorbió su naricita, sin apartar la vista de los ojos color marrón del omega, los cuales luchaban por no derramar lágrimas y comportarse fuerte frente al menor.
— Te lo aseguro — sonrió forzadamente, porque Porsche no era tonto, le dolía mentirle al menor pero sabía que nada andaba bien.
No era normal ver a un omega recién marcado, y que a pesar de eso estuviera en esas condiciones, sumándole el hecho de que no tenía olor.
No sabía qué había pasado, pero podía asegurar que Vegas tenía algo que ver, ese poco alfa había sido el causante de muchas lágrimas en el omega de cabellos castaños y bonitas mejillas, no había sabido valorar la belleza no solo externa, sino también interna del omega, lo había hecho sufrir y llorar tantas veces, que lo único que sentía era rabia, quería agarrar a golpes al intento de alfa que tenía a su dulce amigo en esta situación.
Después de que le preparara algo de comer Al niño, el cual no había desayunado, encendió la TV para mantenerlo distraído mientras él se encargaba de seguir cuidando a Pete.
Subió de nuevo las escaleras hasta la habitación del omega, buscó el termómetro y suspiro más tranquilo cuando vio que la fiebre había disminuido, aunque la preocupación seguía ahí, pues sus ojitos no se abrían aún.
Observó la marca en el cuello de Pete haciendo memoria, podría jurar que la última vez que lo había visto no la tenía, o por lo menos era una pequeña cicatriz casi inexistente, además… Había otras marcas rojizas en su cuello y pecho, olía tanto a Vegas que ya se imaginaba lo que había pasado.
¿Pero entonces porque Pete estaba en ese estado? ¿Qué más había pasado para que su amigo haya colapsado? ¿Vegas donde estaba? Eran muchas preguntas y ninguna respuesta.
Cambió los paños húmedos por unos más frescos, a Porsche no le había importado dejar a los gemelos al cuidado de su padre alfa, para venir a cuidar de su amigo, le tenía un gran aprecio a Pete, y de verdad deseaba que este mejorará.
Ya hace un buen rato que había dejado de temblar y tiritar, su respiración también se había normalizado, ahora solo esperaba impaciente a que Pete despertara.
Siguió cuidando del omega, al igual que del pequeño, el cual llegaba a cada momento a ver si su padre había vuelto en sí, le dolía ver la cara del cachorro cada vez que le decía que aún no había despertado, pero que muy pronto abriría sus ojitos.
Se podía ver la desilusión en su mirada.
Gracias a Dios, después de varias horas de tortuosa espera, finalmente el castaño recobró el conocimiento.
Primeramente, Pete visualizó todo a su alrededor, algo desorientado y asustado.
— Venice, mi cachorro, ¿dónde está? — se sentó totalmente angustiado y apresurado, Porsche no tardó en detenerlo, y volverlo a recostar sobre la cama.
— Ey tranquilo Pete, él está bien justo, ahorita está viendo un programa en la TV, no tienes nada de que preocuparte — habló para tranquilizarlo.
— ¿Estás seguro? ¿Cuánto tiempo pase dormido? ¿Él ya comió? — la preocupación se ponía notar en su tono.
— Siii, si quieres lo llamó para que estés más tranquilo —
El omega, todavía un poco desorientado, negó, ahora que pensaba con más claridad reconocía que no era una buena idea que el niño lo viera en ese estado, primero necesitaba una ducha.
Se había asustado al creer que su hijo había estado solo todo este tiempo, pero para su tranquilidad su amigo le dijo que había estado con ellos desde la mañana, y que fue el mismo Venice quien lo había contactado.
— ¿Me contarás qué fue lo que ocurrió? — preguntó en voz baja.
Pete volvió a negar, lo que menos quería era hablar de lo que le había pasado, abrazó sus piernas escondiendo su cabeza en el huequito que quedaba entre su pecho y piernas y comenzó a sollozar, pues no pudo evitar recordar y volver a vivir lo que Vegas le había dicho esta mañana.
También había algo más que lo puso verdaderamente triste y deprimido, y es que desde que despertó no había sentido a su Lobito moverse ni aullar como siempre lo hacía.
Aunque para no preocupar más a su amigo, decidió guardarse eso último.
— Porsche p-puedes abrazarme — pidió mientras seguía en la misma posición.
El nombrado no pudo contener las lágrimas, y rápidamente fue y rodeó al otro omega entre sus brazos, consolandolo y apapachandolo, en estos momentos lo que el castaño necesitaba era ser comprendido sin necesidad de atosigarlo con preguntas que solo habría más la herida.
Pete se encargó de desahogarse en los brazos de su mejor amigo, mojando la sabana con sus lágrimas, tratando de no hacer mucho ruido para no llamar la atención de Venice, el cual ya había pasado por muchas emociones juntas.
Siguió en esa posición hasta que los sollozos se fueron y se convirtieron en suspiros temblorosos.
Cuando se separaron, Porsche buscó el rostro del otro omega y sonrió tierno mientras limpiaba las lágrimas de su amigo.
— Porque no te das un baño y luego bajas para ver a tu cachorro mientras yo te preparo algo de comer — aconsejó delicadamente.
Pete asintió y con ayuda de Porsche levantó para darse una ducha con la cual el olor de su alfa también desaparecería.
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no me deseches [Vegaspete Adap.] [En Edición]
Fanfiction¿Qué pasa cuando el alfa se avergüenza de su omega, rechazándolo día y noche? El omega se siente solo, no logra entender porque es dejado de lado por aquel quien un día le juró estar para él en las buenas y en las malas. ❝No me deseches Vegas theera...