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Vulnerable•

Después de que Vegas saliera de la habitación, no lo había podido detener, su llanto llegó y comenzó a llorar como si de un niño se tratara, los sollozos los intentaba callar poniendo su mano en su boca, no quería ser escuchado, no quería que los demás se dieran cuenta lo destrozado que había quedado.

Se encontraba tirado en el piso a un lado de la cama, pegado a la pared, con sus piernas recogidas y pegadas a su pecho, se veía tan vulnerable, con su rostro bañado en lágrimas, su nariz roja y ojos irritados.

Creyó que con pedir el divorcio y decirle que se fuera se sentiría mejor, que equivocado estaba, lo único que había conseguido es que el vacío en su interior se hiciera más grande, no podía seguirse mintiendo a él mismo, todo esto le estaba doliendo en el alma, odiaba seguir amándolo, quería odiarlo tal y como se lo había dicho en su momento de cólera, pero decir que en verdad lo hacía sería la mentira más grande de todas, porque jamás podría llegar a odiarlo.

Su mente y corazón aún lo veía como su pareja, como su otra mitad, demasiado tonto de su parte, después de lo que había presenciado hace más de un mes, haber visto la infidelidad con sus propios ojos, a pesar de eso seguía lastimándose mirándolo como su pareja.

Negó con la cabeza, mientras apretaba su puño y mordía su labio, tenía que deshacerse de esos tontos pensamientos, de lo contrario no podría avanzar y olvidar.

Vegas seguía siendo su predestinado, dato que tanto el alfa como el omega estaban ignorando y podría traer graves consecuencias para ambos.

Pero en estos momentos Pete lo único que tenía en la cabeza, era enterrar esa etapa dolorosa de su vida, si había sobrevivido era por algo, seguramente la vida por fin le empezaría a sonreír después de tanta mierda, quizá su momento de ser feliz había llegado, y esa felicidad no estaba con esa persona que tanto daño le había causado.

Suspiro y sorbió su nariz, ya había llorado lo suficiente, no podía encerrarse todo el día.

Cuando quiso levantarse una fuerte punzada en su cabeza lo hizo volver a caer de golpe, su rostro hizo una mueca de dolor, justo lo que le faltaba, había olvidado completamente su conmoción cerebral, haber llorado por más de una hora lo había empeorado todo, ahora sentía los efectos.

Las punzadas siguieron llegando, comenzó a llorar, pero ahora de dolor, sus manos se mantenían en su cabeza mientras respiraba agitado.

Lentamente, se puso de pie, sintiendo un mareo que lo hizo flaquear y balancearse hacia un lado, sentía que el piso se le movía y con mucha dificultad caminó hacia su armario, rápidamente abrió la gaveta buscando desesperadamente las pastillas que aliviaran su dolor.

— ¡Maldición dónde están! — mencionó, frustrado, revolviendo todos los objetos que había dentro.

Después de varios segundos logró encontrarlos, por suerte siempre mantenía un vaso con agua en su mesita de noche, para no tener que bajar hacia la cocina a cada rato.

Después de que la tomó se recostó en la cama, pero el dolor no disminuía, al contrario, parecía empeorar, Chan había dicho que las pastillas hacían efecto después de unos quince o veinte minutos después, pero debido a la intensidad del dolor no estaba seguro poder soportar tanto tiempo, era un dolor terrible y hasta agonizante.

Ni siquiera le encontraba puesto a la cama, se removía de un lugar a otro buscando la manera de aliviar su malestar.

Apretó la sábana con sus manos hechas puño, su labio ya empezaba a doler y juraba que si seguía mordiéndolo se haría daño en cualquier momento, pero en estos momentos no podía pensar en otra cosa, sus quejidos cada vez eran más fuertes.

no me deseches [Vegaspete Adap.]  [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora