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•Mentiras y alcohol•


Su día laboral estaba por terminar, faltaban exactamente quince minutos para que su turno terminara. Sus pies dolían y era imposible no ignorar el dolor, había estado todo el día de pie y las consecuencias las empezó a sentir hasta hace poco.

Eran las 3:45, la hora la miraba a cada minuto y es que no veía la hora de irse a casa y descansar, tal vez jugar con su cachorro un rato o ayudarle con sus tareas, después de todo tampoco podía ignorar sus responsabilidades.

Big le ayudaba mucho, Vegas muy pocas veces debido a su trabajo. Hablando del alfa, aún no podía creer que mañana todo acabaría, su vida de casado llegaría a su fin, tenía nervios, quizá era ese el motivo por el cual el día de hoy estuvo tan distraído, había llevado una orden equivocada a una mesa que no era, había derramado bebida en el pantalón de un cliente, eso fue lo más vergonzoso, para su suerte resultó ser una persona amable y no hizo el gran escándalo.

Pete no andaba bien y todos se habían dado cuenta de eso, querían ayudarlo, pero sin llegar a presionarlo para que les contara lo que ocurría. Aunque cierto alfa ya se hacía una idea, sin embargo, se mantuvo en silencio esperando a dar su golpe, porque sí, él ya había ideado un plan para hacer de Pete su omega, solo estaba esperando el momento apropiado.

La campana sonó indicando que un nuevo cliente había ingresado, si tenía suerte este sería su último cliente del día, por lo cual puso su mejor sonrisa.

Sonrisa que se borró al momento de darse cuenta de quién se trataba, a su mente llegaron los recuerdos, lo mal que lo había tratado ese chico, la sonrisa burlesca de cuando lo veía, su desagradable voz cuando se creía superior a él, todo junto y de golpe, provocaron que Pete sintiera náuseas y deseara salir corriendo.

No quería atenderlo, con su vista buscó desesperadamente a sus compañeros, pero para su mala suerte estaban ocupados atendiendo otras mesas.

El sudor en su frente indicaba lo nervioso que estaba, el temblor en sus pies y su corazón acelerado lo delataba, y aunque no quisiera las ganas de llorar, también estaban presentes, porque verlo solamente le trajo un mal recuerdo, aquel día cuando fue a dejar unos documentos que Vegas había olvidado, y este chico lo recibió groseramente.

B-Buenas t-tardes, pase adelante, e-este es n-nuestro menú - la persona frente a él lo reconoció inmediatamente, se trataba de Kim, el omega también estaba sorprendido de ver a Pete en un lugar como este, no tenía idea que hacía el omega de un alfa con dinero trabajando en un lugar tan bajo como este.

Como siempre el pelinegro lo examinó de pies a cabeza, lo hacía con todos, pues se divertía juzgando cada pequeño defecto de los demás.

— Wow, ¿theerapanyakul Pete cierto? — preguntó mientras tomaba asiento en una de las mesas más apartadas - Quien diría que nos volveríamos a encontrar, mírate… No has cambiado en absolutamente nada, sigues siendo igual de simple y corriente —

— L-Le dejo el m-menú para que p-pueda escoger lo que más le g-guste — su voz solo reflejaba lo mal que se sentía por dentro, su desestabilidad era algo que jamás aprendió a disimular.

— Que me recomiendas — sus palabras detuvieron al omega quien había comenzado a caminar, pero ahora de nuevo había volteado a ver al omega que le tocaba atender.

— Es su decisión, y-yo estoy nada más para tomar su o-orden y después traerla — mintió, pues muchas veces

Le había ayudado a los clientes, diciéndole lo que algunos postes llevaban, para darles una mejor idea de lo que irían a comer, pero en estos momentos no quería estar ahí, quería esconderse para que no se diera cuenta de lo mal que estaba.

no me deseches [Vegaspete Adap.]  [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora