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•Él está bien•

La oscuridad de la noche cubrió toda la ciudad, Pete cerró todas las ventanas para asegurar el cuarto de Venice, estaba demasiado paranoico y los nervios se le podían notar de lejos, tenía miedo de que le arrebatan también a su hijo, si eso llegara a pasar ahí si perdería la cabeza.

Porsche tenía razón, no podía descuidarse de sus cachorros, ellos necesitaban de él y él estaría para ellos.

Tiro las cortinas y soltó un gran suspiro de cansancio, restregó sus ojos con sus manos y se dio la vuelta listo para enfrentar a su hijo, quien lo veía desde su cama.

No había hablado con Venice en todo el día, pues no se sentía listo para darle una explicación que no lo asustara, pero al ver la tristeza en la mirada de su hijo supo que no podía dejarlo solo, Venice fue su fuerza durante bastante tiempo, en estos momentos también se aferraría a él y a su segundo cachorro que aún no nacía, pero igual amaba con la misma intensidad.

— Papi — un llamado suave e inocente, pero que aceleró el corazón del omega.

— Aquí estoy pequeño — camino hacia el cachorro, este se hizo a un lado dejando un espacio para su padre, Venice quería dormir con su papi y abrazar su vientre para sentir los movimientos de su hermanito.

Entendiendo las intenciones de su hijo, Pete se sentó en la cama apoyando su espalda contra el respaldo. El castaño copió su posición, pero a diferencia de Pete, él sostuvo sus pies, adoptando una posición india.

Venice se acercó más a su padre y recargo su cabecita en su hombro.

— Poque nadie quiere decinme lo que pasa con mi papá — El pequeño preguntó al omega, estaba cansado de escuchar excusas y que le cambiarán el tema cuando preguntaba, Venice sentía en su pechito que algo no andaba bien y tenía miedo de no volver a ver a su padre alfa.

Pete tragó grueso, mandando las ganas de llorar a lo más profundo de su ser, porque no podía darse el lujo de dejar que el llanto lo invadiera, no en estos momentos donde tenía que estar firme y ser fuerte.

— Tu papi está bien, él es fuerte — sintió tan vacías sus propias palabras.

— ¡No mientas! — los ojitos del niño se cristalizaron, su labio comenzó a temblar y a Pete le partió el alma verlo así, si hay algo que siempre odio era ver a su hijo llorar, Pete daría lo que fuera por qué no sufriera y que en vez de esas lágrimas se encontrará una hermosa sonrisa.

— Poque todos me mienten, soy un niño pero no hay necesida de mentidme — Pete lo abrazó y dejó que llorara en su pecho, sin darse cuenta él también estaba llorando, le partía el alma todo esto, sentía que la carga era demasiado pesada para él ¿por qué siempre que era feliz algo malo pasaba? Estaba cansado y solo quería que su alfa estuviera ahí reconfortándolo.

Las lágrimas de Venice mojaron la camisa de Pete, podía sentir la suave mano de su padre acariciar su espalda, la cual temblaba a causa de los sollozos, se aferró más a su padre dejando salir todo lo que le había afligido todo el día.

— Todos me dicen que estará bien, que es fuelte, pero no me explican poque no está aquí conmigo — sorbió su nariz.

— Nene, en este mundo existen personas malas, personas que buscan dañar a otras... pero Vegas es fuerte, él está bien, ¿sabes por qué? Porque aún puedo sentirlo, sé que él está luchando para volver a estar con nosotros, tienes que confiar en él, nosotros somos su fuerza — dijo el omega rogando para que sus palabras traigan un poco de tranquilidad al afligido corazón de su hijo.

El castaño quería confiar en las palabras de su padre omega, quería creer que todo saldría bien y muy pronto estarían reunidos de nuevo, pero el miedo lo hacía dudar.

no me deseches [Vegaspete Adap.]  [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora