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  •Miedo y pánico

Pete preparaba el desayuno de su cachorro, pero también lo terminaba de arreglar para mandarle al colegio.

Les había agarrado la tarde por dormir más de lo debido, por su embarazo el sueño en el omega había aumentado considerablemente, se la pasaba bostezando todo el tiempo, fue tanto su cansancio que ni siquiera escuchó la alarma.

— Papi yo puedo peinalme solo — mencionó al ver lo atrasado que estaba su padre, Pete negó eso era algo que le correspondía a él.

— No te preocupes nene, esto es rápido — dijo, comenzando a peinarlo con cuidado.

— ¿Papi hoy sabremos si tendré un helmanito o helmanita? — preguntó animado. Pete no pudo evitar sonreír, él también estaba emocionado, pero al mismo tiempo nervioso, era una mezcla de varios sentimientos.

— Así es, hoy me dirán el sexo de tu hermanito — sea lo que sea Pete, solo desea que este sano.

— Papi quiero ir también — pucherío, bajando la cabeza.

— Tienes que estudiar Venice, recuerda lo que hablamos, no puedo llevarte conmigo porque no se permiten niños —

— Está bien — mencionó resignado. De pronto ambos sintieron un conocido aroma el cual cada vez se hacía más intenso y lo podían sentir más cerca, inmediatamente el lobo de Pete levantó las orejas y comenzó a mover la cola emocionado al reconocer el olor de su alfa.

— ¡Papá está aquí! — al parecer no era el único emocionado con la llegada del mayor.

Como solía hacerlo siempre Venice corrió a los brazos de Vegas, una vez lo vio cruzar la puerta, este lo recibió gustado y animado cargándolo en el aire, Venice era muy chiquito y ligero.

— Buenos días, pequeño — beso su sien, disfrutando del dulce aroma de su cachorro, camino hasta Pete sin soltar a su hijo y cuando estuvo cerca del omega dejó un pequeño beso en su pomposa mejilla, la cual ganó algo de color por el repentino gesto.

Venice chilló emocionado, aplaudiendo por lo que había visto.

— Buenos días Pete — saludo también al omega, este le respondió algo avergonzado.

— Iré a terminar de preparar el desayuno, por favor termina de vestir a Venice — pidió caminando a la cocina ahora que Vegas había llegado podría ayudarle y así no atrasarse.

El tiempo transcurrió entre algunas risas y pláticas, pusieron la mesa y se dispusieron a comer tranquilamente, por primera vez en mucho tiempo la sonrisa de Pete se veía sincera, la forma en la que llevaba su manita a su boca o cuando sus mejillas dolían. Sus bonitos pómulos que se elevaban cada vez que esa brillante sonrisa aparecía, todo en él gritaba que ya no tenía por qué forzar una sonrisa, por primera vez en mucho tiempo sus días ya no eran tan deprimentes y oscuros, si alguna vez tuvo que fingir ya no quería ni recordar, ya había sufrido mucho.

Instintivamente, su mano fue a parar a su pancita, podía sentir la pequeña hinchazón, su piel estirándose con el paso del tiempo y algunas marcas que inevitablemente aparecían a causa de eso, pero Pete no tenía ningún problema en que su piel ya no fuera tan lisa, sería el recuerdo de que sus cachorros estuvieron dentro de él y cuando los vea crecer y superarse sabría que todo valió la pena.

— ¿Pete en qué piensas? —preguntó el alfa al verlo tan perdido en sus pensamientos.

— En nada, no te preocupes. Dime ¿a qué hora pasarás por mí? — pregunto. Recuerda que Vegas le dijo que lo acompañaría a la clínica, el alfa quería estar ahí presente para ver a su cachorro.

no me deseches [Vegaspete Adap.]  [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora