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•Daño irreparable•

Después de que lloró y se desahogó sin importarle el lugar donde estaba, levantó su rostro con rastros de lágrimas, con sus mejillas húmedas y sonrojadas, sus ojos hinchados e irritados, nariz roja y mirada triste permitió que el médico continuara.

— Perdón por eso, ni siquiera dejé que terminara — Tal vez se sentía avergonzado, el rubor en sus mejillas eran muestras de ello.

— No se preocupe, en este lugar es normal ver a las personas llorar al igual que usted — respondió muy amable el doctor, quien no mentía en nada, estaba acostumbrado a ver cómo las personas se quebraban en llanto, ya sea por buenas o malas noticias.

— Solo quiero que me diga que consecuencias trae esta nueva condición en mi esposo — se sorprendió en como ahora si se sentía bonito llamarlo “su esposo” Cuando antes no lo había notado.

— En realidad es complicado, mi paciente necesita a su omega para recuperarse, el lobo es un complemento fundamental y vital para el humano, si este no está es posible que su sistema se vuelva lento y eso ocasione que su recuperación también lo haga, ya que su otra mitad está dormida y, por lo tanto, no está funcionando como es debido — de nuevo estaba siendo sincero.

Fue en ese momento donde el alfa pudo entender lo importante que era cuidar de su lado animal.

— ¿Pero se recuperará cierto? — no soportaría una mala noticia.

— Lo hará, puede estar seguro — dijo para luego despedirse

— Lo hará, puede estar seguro — dijo para luego despedirse

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y retirarse. Ahora se encontraba en la habitación donde Pete había pasado las últimas dos semanas batallando de forma admirable para no dejarse vencer.

Su mano era sostenida por la de Vegas, mientras este le acariciaba sus castaños cabellos, ahora sin la venda en su cabeza, sus mechones eran más largos y le daban un aspecto delicado.

Sus ojitos cerrados y respiración tranquila, como si solamente se encontrará durmiendo, si no fuera por el aparato de oxígeno en su boca cualquiera pensaría que estaba sano, incluso sus mejillas habían ganado un poco de color.

¿Cómo es que no había notado lo hermoso que era? Estaba tan ciego, Pete tenía una belleza natural, no necesita maquillaje, su piel clara y suave, esa apariencia infantil y risueña, sus labios rellenitos rojizos y sonrisa tierna, no todos los omegas tenían esa delicadeza que Pete tenía.

— Me acabo de enterar de lo de tu omega — sintió el nudo en su garganta — Pete, no sé si me escuchas, pero si no es así igual, quiero desahogarme — aprieta un poco su mano sin causar daño — Hace un poco más de seis años te hice tantas promesas, tantos juramentos de los cuales poco a poco me fui olvidando, creo que no he cumplido ninguna de ellas… Sé que mi tiempo se acabó, Pete… Si llegas a pedirme el divorcio no te lo negaré — sí, todo esto estaba siendo difícil, pero solo creía en la futura felicidad del omega.
Un débil aullido le indicó que su lobo también estaba sufriendo — No merezco que me perdones, mereces algo mejor, deseo que vivas y seas feliz, vuelve a enamorarte, y quizá en un futuro olvídame, borra todo recuerdo de este alfa que alguna vez te hizo tanto daño — su nariz picaba, su visita borrosa, el temblor en su voz, era la primera vez que se sinceraba de esta manera — Solo te pido que cuides de Venice, él fue lo único que bueno que te di — hablaba de esta forma porque sabía que la felicidad de Pete podría ser su propia perdición.

— él es una buen niño, se parece tanto a tí... Dile que su padre siempre lo amo, que jamás quiso dejarlo... Puede sonar tonto pero quiero que guarde un recuerdo lindo de mí — Aún no sabía cual iba hacer la reacción de Pete cuando despierte, pero algo le decía que no sería nada positiva, por eso se preparaba todos los días para lo que pudiera ocurrir — ¿te cuento un secreto? Todavía guardo tus cartas, son doce en total — sonrió entre lágrimas, sintiendo su labio inferior temblar — no tuve valor de desecharlas, fue curiosa la manera en la que llegaste a mí
— Los recuerdos que ahora llegaron de manera sorpresiva
— lloraste cuando te pedí que salieras conmigo, lloraste debido a la emoción, y eso no fue nada, cuando te pedí que nos casaramos no me creías y me pediste quedejara las bromas... Cuando Venice estaba recién nacido te daba miedo que lo cargará porque creías que se me caería, eras demasiado paranoico, pero un excelente padre — la sonrisita de sus labios demostraba la nostalgia y melancolía que le traían los recuerdos.

De nuevo su rostro se puso serio, recordó cuando empezó a ser distante y cortante con el omega que tantas bendiciones le había traído a su vida, al comienzo fue el cargo de segundo jefe, empezó a creerse mucho y llegar tarde debido a las fiestas, poco a poco lo fue dejando de lado y olvidándolo como un juguete viejo, luego el cambio de Pete, quien ganó algo de peso y dejó de arreglarse debido a que todo su tiempo lo ocupaba su cachorro, y como punto final la gran estupidez que cometió con tawan.

Era despreciable, se olvidó de lo que verdaderamente importaba.

Ni siquiera sabía qué más decir, se avergonzaba de sus actos, llegas a un punto donde te das cuenta de tus errores, sin embargo, es demasiado tarde para intentar reparar algo que ya rompiste y dañaste.

Su lobo quien no tenía la culpa era quien pagaría por él,

aunque claramente él le seguiría después, pero el alfa no merecía ese destino, él había intentado corregir sus tontas acciones, dándole pelea y luchando, pero todo fue inútil. Sorbió su nariz, y dejo un beso en la frente del omega

— Por favor abre tus ojitos, prefiero que me odies y aborrezcas a seguirte viendo en esta cama — dejó caer su cabeza, abrazando su vientre protectoramente, mientras seguía llorando amargamente. 

No fue consciente de la lágrima que corría por la mejilla del omega.

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no me deseches [Vegaspete Adap.]  [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora