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•Lastimado•

Hace más de seis años. Los nervios lo estaban matando, pero aun así caminaba a paso apresurado hacia aquel parque donde había citado al alfa, sentía miedo, miedo de ser rechazado, miedo a no gustarle a su Phi, miedo de que este se burlara en su cara.

Negó agitando su cabeza hacia los lados, quería alejar esos pensamientos, no era buena idea que estos lo atacaran justo en estos momentos, tendría que ser valiente y arriesgarse.

Sus manitas se movían inquietas sobre la tela de aquel afelpado suéter de un lindo color rosa pastel, su alocado corazón latía con fuerzas debido a lo que estaba por hacer.

Jamás creyó que tendría el valor de declararle su amor a la persona que le gustaba, a su predestinado, porque sí. Puede que pareciera apresurado y sin sentido, pero el tierno omega sintió esa conexión hacia el alfa desde aquella vez que lo vio por primera vez en la cafetería.

Su lobito empezó a saltar de la emoción, su cola se movía de un lado a otro mostrando su pancita feliz y emocionado.

Sus pupilas se dilataron y su pulso se aceleró cuando pudo verlo, se encontraba sentado en una banca, distraído con su celular, su omega se puso alerta ansioso por lo que fuera a ocurrir. Camino hacia él y por Dios que sus piernas temblaban.

Una parte de él quería salir corriendo, y esconderse, pero ya no quería ser un cobarde, no quería huir de lo que sentía, ya era momento de afrontar y hacerle frente a sus sentimientos.

A medida que se iba acercando, podía sentir con más claridad ese exquisito aroma, Lima y canela, lo amaba, ningún alfa había despertado lo que el chico de cabello negro y ojos color café, había logrado en él, muchos querían cortejarlo, pero él solo tenía ojos para Vegas Theerapanyakul.

— P' V-Vegas — habló tímidamente y con voz baja llamando la atención del alfa.

Y entonces lo que Vegas escuchó fue el sonido más Hermoso que antes pudo haber escuchado.

Pete lloraba y se desahogaba en los brazos de su amigo, Porsche lo consolaba y trataba de hacerlo sentir mejor, ver así al castaño también le dolía, no quería verlo sufrir y sentirse como algo que no valía para nada

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Pete lloraba y se desahogaba en los brazos de su amigo, Porsche lo consolaba y trataba de hacerlo sentir mejor, ver así al castaño también le dolía, no quería verlo sufrir y sentirse como algo que no valía para nada.

— Ya Pete, no vale que sigas llorando, trata de calmarte por favor — le hablaba con sumo cariño y delicadeza, sentía que si no tenía cuidado con las palabras que usaba terminaría lastimando más al menor.

Pete negó y siguió llorando desconsoladamente, aún no podía borrar la mirada de desprecio de Vegas, la pena y vergüenza en sus ojos.

A veces se preguntaba si lo mejor sería desaparecer de este mundo, así ya no molestaría a nadie, y nadie lo juzgaría, él solo quería ser aceptado y amado.

— T-trato de s-ser un buen omega, a veces t-trato de arreglarme, pero él ni s-siquiera lo nota, olvida mis c-cumpleaños, se avergüenza de mí, y p-podría apostar que hasta ha llegado a n-negarme — Pete hablaba con tremendo pesar, como si cada una de sus palabras fueran dagas clavándose en su pecho.

— Vegas es un tonto, no merece a un omega tan lindo y bueno como tu, Pete, tu vales más de lo que piensas, quisiera poder hacerte entender eso — acariciaba la espalda temblorosa del omega, producto de los sollozos y espasmos.

Pero en estos momentos nadie podía hacerlo sentir mejor, su omega se sentía humillado, rechazado y olvidado, las lágrimas resbalaban por sus gorditas y sonrosadas mejillas sin detenerse.

Se sentía roto y lastimado, quería a su alfa y le dolía el trato de este hacia él, ¿por qué había cambiado tanto? Eran destinados, pero tal parecía que el único que sentía una conexión hacia el otro era él, no entendía en que se había equivocado, en qué momento Vegas lo había dejado de amar.

Sentía que el alfa solo estaba con él por obligación, no porque de verdad lo deseara, él no quería eso, no quería atarlo a estar con él solo porque no tenía opción.

— Tranquilo Pete, todo estará bien — trataba de tranquilizar, pero lo que Porsche no sabía y Pete tampoco imaginaba era que su omega se estaba debilitando, los frecuentes rechazos del alfa estaban causando un efecto negativo en su lobito, se estaba deprimiendo y eso no era bueno.

Pete era demasiado frágil y sensible, todos a su alrededor se habían encargado de dañar su autoestima, creyéndose cualquier comentario malicioso y negativo hacia su persona. Lo que más le dolía eran los incontables rechazos de Vegas, las noches en las que se iba a dormir solo sin la compañía de su alfa, las veces en las que lo había evitado.
Incluso sus celos los pasaba solo, el alfa ya no lo ayudaba en esos momentos difíciles donde más lo necesitaba, el llamado de su omega era ignorado, los Dolores desgarradores, los cuales trataba de burlar haciendo un pequeño nido, donde se sintiera protegido y a gusto.

— V-Venice… Necesito ir a recoger a mi hijo — torpemente intentaba levantarse del regazo de Porsche, pero este no lo permitiría, no dejaría que Pete saliera a la calle en ese estado tan deprimente.

— Iré contigo — agradecía que esta mañana haya dejado a los gemelos con sus padres.

— Iré contigo — agradecía que esta mañana haya dejado a los gemelos con sus padres

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no me deseches [Vegaspete Adap.]  [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora