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•Resignación•

Sentía las lágrimas escurrir por sus coloradas mejillas, mientras sentía las constantes arcadas instalarse en su garganta, sus costillas dolían y el líquido viscoso dejaba un asqueroso sabor en su lengua.

Habían pasado ya varios días que llevaba vomitando, provocando que naciera un sentimiento de angustia y aflicción. Hace unos días atrás se le plantó una duda y temía salir de ella, no. No podía ser lo que estaba pensando, rogaba que sus sospechas no fueran ciertas.

Sintió pequeños golpecitos en su espalda, recordando que Porsche estaba a su lado, con ojitos llorosos lo miro, este se veía preocupado — ¿Has terminado? —  preguntó acariciando su espalda, buscando la manera de reconfortarlo.

No le gustaba ver a Pete en aquella manera, había insistido en que tenía que ver un médico, pero este se había negado. Tenía miedo de que le confirmaran lo que tanto temía, aún no se sentía preparado para recibir esa noticia, más bien no quería recibirla nunca, quería estar equivocado.

— S-si c-creo que si respondió — tembloroso, jalando la palanca para que todo su desastre se fuera, se puso de pie y se enjuagó la boca, siendo consciente de la vista de Porsche detrás de él.

— Pete si no te conociera bien pensaría que estás en cinta — dijo sin pensar el daño que sus palabras ocasionarían.

El comentario de Porsche hizo eco en la mente del menor, su ceño se frunció y tuvo que tragar para que el nudo en su garganta no lo asfixiara. No, no, no, solo eran coincidencias, no era posible, solo sucedió una vez,

definitivamente, no podía ser eso, se negaba a creerlo.

— ¿Estás de broma? No bromees así, no es para nada gracioso — su tono fue grosero, Porsche se extrañó por su reacción y se sintió mal, no lo había dicho para ofenderlo, ni siquiera estaba bromeando, solo fue un simple comentario que le había llegado a la mente.

— Perdón sí. No era para que te lo tomaras tan en serio — se defendió, Pete le daba la espalda, pero lo notaba tenso y nervioso.

— Ni siquiera tengo omega, eso es imposible — parecía que a quien quería convencer era a él mismo.

— Como tú digas — dijo empezando a sentirse incómodo.

Dos toques en la puerta se escucharon, para la suerte del más alto, pues no le gustaba para nada la tensión que los empezaba a envolver.
— Papi, quiero entlar al baño — su hijo, ahora de cinco años estaba impaciente, ya había pasado un buen rato desde que los omegas se habían encerrado y sentía su vejiga explotar, las ganas de hacer pis eran enormes.

Estaba el baño de arriba, pero Venice sabe que no aguantara subir tantas escaleras.

— ¡Papi! — volvió a llamar un tanto desesperado al no escuchar respuesta.

La puerta se abrió dejando ver a un Pete con expresión amargada, pasó de largo ignorando al niño, luego salió Porsche, este le sonrió sutilmente — Perdona la tardanza pequeño, tu papi no se ha sentido, bien se hizo a un lado para que pasara.

Dejando al niño solo caminó en dirección de Pete, este se encontraba sentado en el sofá con sus manos cubriendo su rostro, ahí si se afligió, ¿qué le ocurría a su amigo? ¿Acaso debía insistir en llevarlo al médico?

— Perdón Porsche — se disculpó, reconoció que fue grosero y su amigo no merecía ese trato cuando todo lo que hacía era preocuparse por él.

— No te preocupes Pete — le resto importancia — Pero deberás pienso que deberías revisarte, quizá sea serio, no deberías confiarte — agregó.

no me deseches [Vegaspete Adap.]  [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora