Capítulo 29: Deseo

909 53 9
                                    

- Mentiría si dijera que no me gustaría repetirlo - susurra contra mis labios y no me contengo.

Paso mis manos por su cuello, profundizando el beso ansiosa por sentirlo más cerca, quiero que me tome con fuerza, mi vientre es un nudo de emociones y una ola de placer recorre mi cuerpo.

Me deshago de su corbata, él desabrocha su camisa y me despojo de mi blusa.

Su torso desnudo, el cabello cubriendo su frente y su mirada baja tan jodidamente sexy me hace sentir deseosa de probarlo más, me acerco acariciando su torso, besando su cuello, las venas son notorias y trazo el camino lamiendo sobre ellas. Su pecho sube y baja agitado mientras sus manos descansan en mi cintura, apegándonos.

- Tengo algo en mente - susurro pasando mi lengua sobre su torso, bajando por su ombligo sin despegar mi vista en su rostro.

- Pequeña traviesa - su media sonrisa deja ver su perfecta dentadura y el fuego en sus ojos me hechiza.

Me deshago de su cinturón, besando su vientre bajo, el músculo de su cadera traza un camino directo a su entrepierna, justo a mi destino. Con hábiles movimientos se despoja de sus prendas, viste sólo su camisa a medio abrir que le da un aire sensual que me provoca hasta las trancas. Lo empujo al sofá de la sala mientras que me arrodillo frente a él, bajando los tirantes de mi brasier, sólo para provocar y comienzo a besar sus fuertes muslos. Entiende lo que pretendo, ya que respira pesado y muerde sus labios, dejándolos cada vez más rojos, más apetecible. A medida que me acerco a su ansiosa excitación, se tensa bajo mis caricias y viéndolo fijamente, rodeo mis manos intentando cubrir su longitud, pero sin lograrlo, mi boca ayudará, y con mi lengua saboreo la punta, recogiendo su excitación, saboreando. Un gemido contenido sale desde su garganta, y la excitación crece en mí, deseando llevarlo al límite.

Comienzo a masturbarlo lentamente con mis manos y él se apoya con ambos brazos sobre el sofá, apretándolo de vez en cuando y mi cuerpo responde ardiendo de deseo por poseerlo. Saco mi lengua y bajo, lamiendo sus hinchados testículos con suavidad contenida.

- ¡Oh! Mierda, si - gime cerrando los ojos y su miembro se hincha en mis manos.

Una corriente estimulante viaja por todo mi cuerpo, obligándome a frotar mis muslos para darme un poco de atención.

Repito la acción unos minutos y deseosa por como gotea su glande, me apoyo en sus caderas e intento tragarlo completo. Gime fuerte y levanta sus caderas profundizando, su mirada nublada por el deseo, sus rojos labios entreabiertos con respiración superficial me llevan al límite, haciendo mi incomodidad más grande por sentirlo. Completamente ajena a todo, empujo su miembro hasta lo más profundo de mi garganta, mi nariz pegada a su pelvis y lo siento temblar bajo de mi.

- ¡Maldición! - toma mi cabello, jalando de él, como si no fuera suficiente cercanía.

Me alejo y saboreo mis labios, procurando sentir su sabor sin desperdiciar nada y una fina capa de sudor se forma en su vientre.

- Me harás perder la cabeza - advierte con voz temblorosa mientras lo vuelvo a masturbar con mis manos, lamiendo las venas cada vez más notorias en su longitud.

Aumento la intensidad, mis manos y mi boca haciendo todo el trabajo, mientras él gime y levanta sus caderas para dar más, jalando mi cabello contra su polla. Un par de minutos son necesarios para notar que está cerca. Me aferro a sus fuertes muslos, apretándolos, enterrando mis uñas a cada embestida en mi boca, entre gruñidos y movimientos erráticos lo dejo hacer.

- Estoy... cerca - advierte deteniéndose, su ceño fruncido y su mandíbula tensa, le dan un aspecto perfecto.

Maldición siempre es tan guapo.

Limbo - Lee KnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora