Capítulo 52: Confesión

479 54 28
                                    

- ¿Por qué vino a dejarte ese chico?

Me quedo inmóvil en mi lugar, sentía una profunda decepción por su descaro de venir hasta aquí, creyendo que tiene el derecho a cuestionar mis acciones.

- Vete - demando, ya harta de fingir, conteniendo mis emociones.

- ¿Te está molestando? - se acerca cuando por fin abro la puerta - o acaso están saliendo - su voz baja un tono, casi susurrando sus reproches.

- Eso no es tu puto asunto, ahora vete - intento cerrar la puerta, pero lógicamente tiene más fuerza que yo y entra a mi casa, muy a mi pesar.

- Espera - le doy la espalda, para mantener mi fachada de indiferencia que no podría contrastar más con mi estado real, sentía mi cuerpo estremecer por estar en el mismo espacio del hombre que amo, a sólo unos metros de distancia, pero que irónicamente, nuestros corazones iban en sentidos opuestos y jamás habría un punto de encuentro para nosotros - ¿es eso? estás saliendo con ese mocoso.

¿Había algo que rescatar de nosotros? Llegado a este punto, era inevitable que todo se fuera a la mierda, incluida yo.

- Eso no es tu asunto - le doy cara y veo el desconcierto en su mirada.

- ¿Q-qué dices? por supuesto que lo es.

- ¿No te cansas de tenerme a tu disposición cuando quieres satisfacer tus necesidades? - el desagradable nudo se forma en mi garganta y siento mis ojos aguarse - deja de fingir, por favor - le suplico - ¿Crees que puedes vivir en una puta mentira y pensar que nunca lastimarías a alguien? ¿Quién mierda soy, tu premio de consuelo?

No parece entender mi punto o hace lo posible para no decir algo que lo comprometa, de cualquier forma, luce muy tenso y no le agrada la conversación.

- ¿Qué? no, ¿por qué...?

- ¡Cuándo mierda vas a reconocer que estás enamorado de Migyung! - lo encaro, gritándole la verdad, mi voz pierde fuerza al notar el miedo en esos ojos que días antes me hacían navegar en la profundidad de su mirada.

Lágrimas caen por mis mejillas, a cada segundo mis palabras pesan más, y su silencio por si no fuese suficiente, sólo es una confirmación de mi declaración.

- ¿Q-qué? - susurra casi para sí mismo.

- ¡Me usaste maldita sea! - mi voz se quiebra y soy incapaz de contener los sollozos - no fuiste sincero conmigo, eres un maldito egoísta.

- Calla - dice con un hilo de voz.

- Allá tú si quieres vivir toda tu vida en una mentira deseando a la mujer de tu mejor amigo - en estos momentos cuando no es capaz de admitir lo evidente, nubla mi buen juicio, escupiendo la verdad que tanto se esmera en ocultar hasta de sí mismo.

- No lo repitas nunca, tú no sabes de lo que hablas.

- Mírate, ni siquiera eres capaz de negarlo, lo único que te importa es ocultar tu mierda bajo la alfombra.

Limpio mis lágrimas con mi ropa, soy todo un lío, por fuera y mucho más por dentro.

- Estás hablando de una familia, si alguien te escucha, les destrozarás la vida - luce verdaderamente perdido, haciéndome sentir miserable por siquiera decirlo.

- ¡Y a quién carajos le importa que me hayas destrozado la vida a mí! - lágrimas descontroladas nublaban mi vista, sentía el latir acelerado en mi pecho y un maldito escalofrío que recorría todo mi cuerpo, nadie dijo que dolería tanto - hiciste todo para tenerme contigo, quise dejarlo y me buscabas, me quitaste las opciones ¡sabías que jamás podrías corresponderme y aun así volvías!

Limbo - Lee KnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora