A Lee Minho nunca le han faltado las mujeres, pero cuando se enamoró de Migyung, no quiso formalizar con nadie, ya que ninguna lograba despertar lo que ella con sólo una sonrisa. A pesar de que ella estaba casada con su amigo Jisung, aún la amaba, a...
- ¿Qué? - Dahyun comienza a llorar descontroladamente y sólo puedo compartir su dolor, ambos aferrados al otro deseando con toda el alma que saliera bien de todo.
- Serán dos días críticos, hasta entonces no podrán verla - instruyó su doctor.
Sólo queda esperar.
Dahyun constantemente hablaba con su madre, decía que Eunji seguía igual, recuperándose, que no sufría crisis y que con el pasar de los días evaluarían su situación. Cada vez que mentía me dolía el pecho de pensar el dolor que le provocaría la cruel verdad.
Cuando su madre se enteró del accidente, tuvo complicaciones de salud que la tienen actualmente con restricción de emociones fuertes y en constante supervisión de Dahyun o su padre, ya que insistía constantemente en visitar a Eunji, pero no era bueno para ella verla así, era más de lo que podía soportar.
Cada minuto era una agonía, treinta y tres pasos eran necesarios para cruzar los extremos de toda la estancia, me vi ensimismado contando cada vez para matar el tiempo sin pensar demasiado en nada, era mi lugar seguro, no pensar para no decaer, le prometí ser quien necesite y no me dejaré vencer, así como ella lucha a cada instante.
Odié por primera vez al culpable de que ella estuviera así, a mí mismo en primer lugar y aquel sujeto que estaba encerrado en la cárcel, que podría jurar que rezaba cada día porque Eunji saliera victoriosa de esta situación.
Los días pasaban y no era consciente de ello, solía irme por las mañanas a mi apartamento para volver al cabo de una hora, en ocasiones visitaba librerías que me quedaban de camino y compraba libros de neurología, necesitaba entender qué pasaba en su cabeza para ayudarla en lo que necesitara, llevaba tres leídos en esos días.
Al tener en consentimiento del doctor por su mejoría, se reanudaron las visitas. Cada vez que entraba a verla una fuerza invisible azotaba mi corazón, no terminaba de acostumbrarme a verla así, aunque últimamente era lo más vívido que tenía de ella, eso y las anécdotas que compartía Dahyun de su niñez las cuales disfrutaba aun cuando no era Eunji quien me las relataba. Pequeñas dinámicas familiares me hicieron ver lo unidos que eran.
- Señor Kim - me inclino en saludo.
Su padre guardaba la mirada triste y cansada que era común entre todos.
- ¿Cómo estás muchacho, ya viste a mi niña? - me sonríe amable.
- Acabo de salir, sigue igual, estable.
Asiente pensativo.
- Deberías ir a descansar, Dahyun dice que siempre estás aquí.
- Saldré por una hora a cambiarme, pero vuelvo enseguida.
Posa una mano en mi hombro con confianza.
- No te preocupes demasiado, criamos una mujer fuerte, saldrá de esto - me guiña un ojo - ya lo verás.
Palmea mi espalda y se pierde en dirección a su habitación.
- Así será, sé que lo hará.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
