Imán del desorden

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Imán del desorden

El viaje a caballo era tranquilo cuando el viento no le zumbaba en los oídos a la humana dejándola casi sorda. Aquella cabalgata a través de las montañas desnudas era relajante y pasiva, con solo el suficiente movimiento del corcel para sentir que iba sobre una gigante mecedora y no sobre un martillo neumático como cuando corría.

- Lisa, ¿qué edad tienes en el mundo humano? – Continuó Rosé la ronda de preguntas que no había parado desde que se alejaron del pueblo, alzando la voz para ser escuchada a pesar de la ligera distancia.

- Pues he cumplido dieciocho hace poco – comentó-. No sé si sea diferente aquí...

- ¿Cuántos días tienen sus ciclos solares?

Lisa le vio fijamente con la mirada perdida, intentando procesar qué era un ciclo solar y si es que eso lo había estudiado en algún momento entre la primaria y su graduación de secundaria.

- ¿Hablas de cuando el planeta rodea el sol? – preguntó confundida.

- Pues sí, de eso hablo.

- Oh, bien, bien. En mi mundo tiene 365 días, normalmente – ella sabía que ciertos años tenía un día más, pero realmente no iba a saber explicar aquello con certeza.

- En Álfheimr es diferente – interrumpió Jisoo por primera vez en mucho tiempo-. La tierra rodea completamente al sol cada 500 días – movió las riendas de su caballo para tener una mejor visión de Lisa-. Cuando vuelvas, quizás hayan pasado unos días más allá de lo que fue aquí.

Lisa asintió suspirando, no demasiado segura de cómo sentirse sobre eso, pero concentrada en no enfocarse en el pensamiento de su madre preocupada, sabiendo que no le serviría de nada, más que para alterar su estado de ánimo.

- Deberíamos detenernos a comer – Jennie se volvió hacia Lisa-. ¿Tienes hambre?

La humana asintió, sabiendo que su estómago rugía desde hace unos kilómetros.

- Yo muero de hambre – interrumpió la rubia y Jennie se volvió hacia ella con el ceño fruncido-. ¿Qué? ¿No era una pregunta general?

Jisoo soltó una pequeña risa y negó.

- Vayamos a la sombra.

Bajaron de los corceles y Rosé inmediatamente retiró aquellas botas hundiendo los dedos en la tierra. Lisa le vio fijamente, esperando que la rubia terminara de estirarse, mientras Jennie y Jisoo sacaban comida de las mochilas.

- ¿Por qué haces eso? – Preguntó la humana-. La primera vez que te conocí lo hiciste, también.

- ¿De qué hablas? – Alzó una ceja sentándose a su lado en la hierba.

- Con tus pies, los mueves en la tierra – señaló.

La rubia tenía los dedos llenos de tierra oscura que se le metía entre las uñas y le hacía parecer una indigente.

- Me gusta, es una sensación placentera – sonrió-. Tener extremidades al final de las piernas que se retuercen y mueven es extraño y me gusta – movió los dedos de los pies haciendo una demostración de lo dicho-. Deberías intentarlo.

Lisa vio sus propios zapatos, las converse negras se veían más sucias que nunca y sentía los pies calientes y apretados dentro de los calcetines.

- Quizás luego...

- Te lo pierdes – se encogió de hombros y se recostó al tronco del árbol detrás de ella, doblando las piernas una sobre la otra.

Finalmente, Jisoo y Jennie se acercaron con un par de envases en cada mano, con Jisoo poniendo una cara de disgusto al ver los pies de Rosé llenos de suciedad.

Faraway Land || JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora