Retoño marchito

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Retoño marchito

El grupo corría desesperadamente por las calles embarradas del pueblo, escapando de la amenaza que había consumido la posada. La lluvia persistente creaba charcos y barro en el suelo, dificultando su avance, pero la urgencia de la situación las empujaba a seguir adelante.

Jennie lideraba el camino con Jisoo que, preocupada, se aferraba al cuerpo de la ninfa, sintiendo sus lamentos de dolor con cada paso que daban. La arquera intentaba mantener la compostura, pero el sufrimiento de Chaeryeong resonaba en el aire, añadiendo una capa de angustia al ya tenso ambiente.

El sonido de las pisadas roncaba en las estrechas calles del pueblo mientras se alejaban de la destrucción. Poco a poco, más personas abandonaban sus casas y acompañaban la huida del pueblo bajo ataque, mientras el grupo seguía corriendo, sin saber a dónde dirigirse exactamente, pero con la certeza de que necesitaban poner distancia entre ellas y el caos que habían dejado atrás.

Lisa apretaba su cintura, el dolor le advertía que seguía sangrando, pero sabía que probablemente no era una herida grave, o eso esperaba.

- ¿Lisa? – La mano de la princesa se estiró hacia la humana. Lisa, incómoda por el dolor, intentó sujetarla sin perder el ritmo de la marcha.

- Estoy bien – mintió.

- ¡¿A dónde iremos?! – Preguntó Soyeon alarmada, casi completamente sobre ella una abatida Yuqi parecía a punto de desmayarse.

La confusión y la urgencia se mezclaban en el grupo mientras corrían por las calles del pueblo. La lluvia caía con fuerza, empapando a todas. Las sirenas, preocupadas y ansiosas, miraban a Jennie en busca de dirección, mientras que la princesa visiblemente afectada por la situación parecía no tener un plan claro y la incertidumbre pesaba en el aire.

Las personas que no se encerraban, salían corriendo a por montones, huyendo de la amenaza. Algo más estaba ocurriendo para que el pueblo entero pareciera tan desesperado. Un ataque general, estaban atacando Öbice.

Pero la princesa solo seguía corriendo, primero tenían que abandonar el lugar, huir lejos de la amenaza, volver a perder el rastro de quienes las buscaban. Jennie sentía que el corazón le explotaría, se preguntaba si buscaban solo a Rosé o si finalmente se habían enterado del paradero de la humana. De cualquier forma, solo necesitaban alejarse lo suficiente, buscar ayuda para la ninfa y emprender su camino a las montañas.

Solo eso.

Pero no era así, Jennie había sido descuidada al quedarse en el pueblo más de un día, debieron salir en cuanto tuvieron las provisiones. Era su culpa, todo lo que ocurría, el que casi se llevasen a Rosé, las heridas de Lisa y las de Chaeryeong, todo era gracias a su mal liderazgo, a su irresponsabilidad.

Y, cuando poco a poco se acercaban a la frontera y ya casi lograban llegar al bosque, sus pensamientos se apagaron. Todas se detuvieron en seco, su mano se Pareto a la de Lisa y sus ojos plateados recorrieron el horizonte, aterrada.

- Jennie, ¿qué hacemos ahora? - Preguntó Rosé, buscando orientación en la líder del grupo.

La horda de criaturas se alzaba como un ejército, una amalgama de orcos, harpías con alas desgarradas y otras aberraciones de aspecto grotesco. Sus cuerpos retorcidos y malformados reflejaban una maldad innata, y sus ojos brillaban con una malicia indescriptible.

Habían adivinado su plan, claramente les estaban esperando en la frontera del pueblo para tomarlas por sorpresa.

La horda de criaturas se cernía amenazante en el horizonte, un batallón de al menos sesenta cien engendros. El grupo no tenía más opción que huir en la dirección opuesta, sus corazones latían al compás de la inminente amenaza que se aproximaba. Su carrera parecía alertar al resto del pueblo, quienes comenzaban a correr lejos de la horda, entre gritos desesperados y llanto. Se amontonaban unos tras otros, los más pequeños eran empujados hacia el frente de la estampida por los más adultos para permitirles escapar más rápido y los mayores se aporreaban en la carrera.

Faraway Land || JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora