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Una rosa roja creció en el suelo congelado
La princesa de los Ljósàlfar había vivido bastantes años, aunque siguiera siendo una joven poco experimentada en ojos de otros elfos, ella realmente había tenido una vida llena de emociones, de experiencias bastas que solo su estado de realeza podían conferirle. Pero ahora, con una mano sobre la mejilla humana y los dedos de Lisa dejando caricias sobre esa misma muñeca, Jennie no estaba segura de haber vivido realmente hasta ese instante.
¿Qué era la vida si no se sentía cómo los labios de Lisa sobre los suyos?
Sus manos temblaban ligeramente, su corazón palpitaba con fuerza y en sus oídos se mezclaba el latir de Lisa y el suyo propio. En silencio, sus labios se separaron, pero sus ojos inmediatamente se encontraron con los de la humana. Su mirada se hundió allí, la plata se derritió sobre la tierra queriendo verterse en cada grieta, cada recoveco, cada pequeña esquina. Acarició suavemente la mejilla humana y, en recompensa, obtuvo una caricia en su muñeca.
Aquel instante trascendental no solo yacía en la delicadeza del contacto físico, sino en las corrientes invisibles que tejían la trama del destino. En ese abrazo, la princesa sentía que había hallado algo que su ser etéreo había buscado durante toda su vida, algo que iba más allá de los límites de la comprensión mortal.
La elfa se sentía completa, plena en un sentido que las palabras no podrían capturar. Era como si las estrellas mismas se alinearan para guiarla a través del universo, como si la eternidad misma hubiera esperado este preciso momento.
En el silencio compartido, Jennie se preguntaba si Lisa sentía las mismas corrientes etéreas que danzaban en su interior. Sus ojos, reflejando la luz de las luciérnagas, destilaban una mezcla de asombro, ternura y la maravilla de haber descubierto algo sublime. Era un acto de conexión pura, donde dos almas, antes destinadas a seguir caminos divergentes, se entrelazaron para explorar juntas el vasto sentido de la existencia.
Y, más allá del halo que se había creado alrededor de la humana y la elfa, Chaeryeong se mantenía de pie junto a la puerta. Su boca abierta de par en par y los ojos fijos en la escena. Observó a Lisa y a Jennie sonreírse mutuamente para compartir otro beso y la pelirroja con cuidado dio dos pasos hacia atrás, intentando no hacer ruido, aunque creía poco probable que alguna de ellas estuviese prestando atención a algo que no fueran ellas mismas.
La ninfa dio un último vistazo a la humana y elfa que ahora se reían con sus frentes juntas mientras dejaban caricias en sus mejillas.
Una sonrisa se plasmó en su rostro.
Mientras Chaeryeong contemplaba la escena, sus pensamientos se entremezclaron. Recordó las profecías de su padre, las advertencias sobre eventos ineludibles que se manifestaban en cada rincón de su mente. Aquellos mismos augurios que, de alguna manera, habían llevado a este encuentro entre la elfa y la humana.
En su mente resonaban las predicciones ambiguas que se entrelazaban, como las sombras y las luces en ese jardín encantado. Sin embargo, esa luz era acompañada por una sombra de inquietud. La carga de mantener el conocimiento de las profecías de su padre pesaba sobre ella como una piedra en el fondo del océano.
Un nudo se formó en su estómago. No obstante, al recordar la intensidad en los ojos de su padre, Chaeryeong asintió para sí misma. Su destino había sido narrado por su padre, la verdad estaba dicha y era inalterable, para eso él se había arriesgado a liberarla de las raíces del Árbol Madre. Él se lo había dejado muy claro.
Con pasos silenciosos, la ninfa avanzaba por el pasillo con la vista opacada y la sombra de lo que había sido una sonrisa en sus labios. Susurros de la noche acunando sus pensamientos inquietos, pero la certeza de que su padre tenía razón, entrelazada con la duda sobre si alguna vez podría liberarse de la carga de secretos que ahora llevaba consigo, la acompañaba en la penumbra del recinto cuando finalmente volvió a la taberna que ahora vibraba con música y voces.
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Faraway Land || Jenlisa
FanficTras mudarse a un nuevo país, Lisa creyó que su vida no seguiría pasando por cambios drásticos. Por ello, no esperaba ser arrastrada a un nuevo mundo; allí las hadas, sirenas y elfos caminar por la tierra sin preocupaciones. Lisa, como la única huma...