Faraway Land || Jenlisa

Reuniones familiares (Parte I)

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Reuniones familiares

El sol brillaba con fuerza en el cielo mientras las alas del animal se movían con velocidad por el cielo. No surcaba las nubes, parecían querer mantener una altura menos agresiva por el bienestar mental de sus pasajeras y Lisa lo agradecía mientras sus brazos rodeaban el cuello del animal y a su vez sentía que las manos de Jisoo sujetaban su cintura.

La humana no iba a mentir, habría querido que fuese Jennie quien le tomase de aquella forma, pero por los alaridos quejumbroso que soltaba la arquera cada que el peritio hacía un movimiento ligeramente brusco, la humana agradecía que no fuese Jennie a quien Rosé se aferrase de aquella manera.

- ¿Cuánto más falta? – Gritó Lisa intentando volver su cabeza ligeramente para que Jisoo le escuchara, sentía que llevaban demasiado tiempo en el aire y su estómago empezaba a revolverse a pesar de tener la cabeza entre el pelaje del peritio, evitando ver la distancia del suelo.

Jisoo suspiró y levantó la cabeza ligeramente para intentar ver el paisaje a sus pies. Frunció el ceño e hizo una mueca confundida, su vista se había recuperado casi totalmente, podía reconocer el espacio boscoso que se extendía debajo de ellas, hace algunos minutos habían pasado más allá de los peligrosos pantanos que rodeaban las montañas sagradas.

Ya se habían ahorrado tres días de viaje a pie y la criatura no parecía querer detenerse.

- ¿Tu amigo sabe que nos debía dejar en el pueblo? – Preguntó Jisoo elevando la voz de igual forma.

La humana frunció el ceño y se volvió nuevamente hacia el animal, dando unas palmadas en su cuello parara llamar su atención, aunque sabía que él podía escucharla bien a pesar del viento.

- ¿Adónde nos llevas? – Un resoplido, claro, no es que fuese a comenzar a hablar solo para darle una respuesta-. ¿Nos dejarás en el pueblo?

El animal sacudió su cabeza y Lisa hizo una mueca.

- Creo que quiere ir más lejos – comentó a la arquera.

- Oye, amigo, creo que eso no será posible – Jisoo intentó tocar su lomo para llamarle la atención-. Se avecina una tormenta – señaló el horizonte.

El peritio no emitió ningún sonido. Realmente, el animal no parecía reaccionar a menos que fuese Lisa quien se dirigiera a él.

- ¿Has escuchado lo de la tormenta? – Un gruñido desde su pecho vibró bajo el cuerpo de Lisa y la humana asintió-. Como quieras, entonces.

Y, tras otro rato en silencio, comenzaron a sentir las pequeñas gotas de agua. Lisa se quejó, aquellas gotas se sentían como pequeñas agujas en su piel, frías y rápidas. El viento aumentó al punto en el que todas se habían recostado casi por completo en las espaldas de la otra intentando que el viento no les afectara demasiado.

- ¡Debemos bajar, necesitamos refugiarnos de la tormenta! – Gritó la humana hacia el animal.

Pero el venado, con un resoplido que hizo brotar vaho blanco por su nariz como el humo de una chimenea furiosa, negó con la cabeza y continuó ascendiendo hacia el firmamento. A pesar de los ruegos de Lisa, el animal persistió en su ascenso, elevándose cada vez más alto entre las nubes amenazantes que casi cortaban su piel como filosos trozos de hielo a medida que las atravesaban.

Asustada, envolvió sus brazos con más fuerza alrededor del cuello del peritio, hasta que finalmente superaron el nivel de las nubes oscuras y densas. De repente, emergieron en un escenario completamente nuevo, donde el sol brillaba con un esplendor deslumbrante y la lluvia desaparecía debajo de ellas.