Faraway Land || Jenlisa

La profecía de un alma dividida

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La profecía de un alma dividida

La cabeza de Lisa comenzó a retumbar, sentía que el dolor causado por el estrés comenzaba desde la parte trasera y se extendía hacia adelante.

- ¿Qué significa esto? – Frunció el ceño y señaló la pintura-. ¿Quién es esa? ¿Por qué...? ¿Por qué luce como yo?

La mujer sonrió viendo a la menor con ojos sabios y una sonrisa comprensiva.

- Porque eres tú, Lalisa... Aquella que se sacrificó hace tantos años, quien le dio una oportunidad a esta raza... Fuiste tú.

Lisa se volvió hacia la mujer, sus ojos ahora brillando con una chispa de confusión y el temor. Sacudió la cabeza lentamente, negando con firmeza.

- ¿Cómo puede ser eso posible? – La humana volteó para ver a Jennie, la princesa no parecía alterada en absoluto-. ¿Tú sabías esto? – Acusó.

Jennie alzó ambas manos, negando. Lisa le vio fijamente durante un segundo, la humana no quería creer que la elfa le había estado mintiendo, así que rápidamente el pensamiento de que quizás la princesa se habría enterado mientras ella estaba inconsciente.

- No importa – sacudió la cabeza y lamió sus labios, su voz temblando con una determinación que apenas podía sostener-. ¿Por qué he sido traída realmente a este mundo? La reina me contó la profecía, ella... Ella me habló sobre una profecía, ¿qué hay de eso?

La mujer observó con paciencia, sus ojos centelleando con una mezcla de comprensión y misterio. Extendió una mano hacia ella, ofreciéndole una respuesta que prometía desentrañar los enigmas que envolvían su llegada.

- Ven conmigo, Lalisa - dijo en voz baja pero firme-. Hay una verdad que aún no conoces. Pero solo puedo revelártela en un lugar seguro.

Lisa nuevamente observó a Jennie, buscando algún tipo de guía. Jennie había sido, hasta ahora, la primera persona a quien recurrir antes de intentar hacer cualquier otra cosa, la princesa era responsable, preparada y estaba más que lista para asumir el rol de líder y guiar lejos del peligro a Lisa en cualquier circunstancia. Sin embargo, cuando Lisa la vio esperando alguna negación, aquella elfa realmente no la estaba viendo a ella, sino a la mujer a la que aún ni siquiera podía otorgarle un nombre, lista para seguirla.

Y la humana simplemente tuvo que asentir a regañadientes. Una sensación de inquietud se apoderó de ella, algo no cuadraba, había algo que seguía escudriñando en la parte trasera de su mente mientras observaba a la mujer asentir hacia ella y darse la vuelta hacia una de las altas bibliotecas. Justo frente a ella, dio un pequeño tumbo con el pie golpeando el suelo y Lisa pudo oír algo moverse debajo de ellas, algo metálico, algún tipo de engranaje que calzaba entre sí. Luego, el piso debajo de la mujer se movió, un cuadro de piedra bajó ligeramente, el polvo desprendido se disipó en un instante y poco a poco los escalones de concreto eran revelados a medida que el suelo se removía.

Lisa observó con cuidado, aquello no era magia. Era ingeniería humana.

- Vamos, sígueme – la mujer sonrió haciendo un ademan con la mano, dando el primer paso hacia los escalones.

- Necesito entender más – murmuró Lisa con voz vacilante.

- Todo se revelará a su debido tiempo, Lalisa – respondió con calma, aunque su tono no lograba disipar del todo las dudas que acosaban a la joven.

A pesar de su reticencia, Lisa asintió con resignación. La promesa de una verdad oculta en las profundidades del castillo la llenaba de ansiedad, pero también despertaba su curiosidad insaciable. Con pasos vacilantes, Lisa siguió a la mujer hacia las profundidades de aquellas escaleras, su mente zumbando con especulaciones y temores. Para su suerte, el pequeño camino en forma de caracol estaba bien iluminado por antorchas que progresivamente se encendían mientras avanzaban, pero podía notar el polvo en cada escalón y las telarañas formándose en cada esquina.