Di mi nombre y todo se detiene (Parte II)

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Di mi nombre y todo se detiene

Parte II

La princesa se acercó a ella sin más miramientos, juntando sus labios con los de la humana de la forma tan delicada como ya estaba acostumbrada. Lisa dio un respingo ante el acto y sus ojos se abrieron antes de cerrarlos lentamente, intentando concentrarse en la forma en la que los labios de Jennie se ajustaban a los de ella, cómo la sensación de suavidad y calidez de su boca se complementaba con la suya.

Nerviosa, llevó una mano al brazo de Jennie tras algunos minutos de intercambio, sintiendo que la elfa de pronto se había olvidado que su capacidad pulmonar no había aumentado de la misma manera que su fuerza y la elfa se separó de ella sonrojada y exaltada.

- ¿Fui muy excesiva? Lo lamento, yo no quería-

- No – Lisa sonrió pasando la lengua por sus labios, buscando humedecerlos, aunque ya estaban más que hidratados-. Necesitaba respirar, ya sabes.

Lisa soltó una risa nerviosa, una que Jennie imitó asintiendo con los ojos cerrados y la humana aprovechó para llevar su mano a la mejilla de la princesa, acariciando con paciencia.

- ¿Jennie? – Llamó, aunque la elfa ya tenía toda su atención en ella-. ¿Qué pasará si tus madres no están de acuerdo con lo que sea que tenemos?

La princesa soltó una risa mezclada con jadeo y negó sonriendo.

- Mi madre jamás se molestaría por quién elijo para compartir el resto de mi vida. Cuando ella decidió ir en contra de mi abuelo para unirse a mamá, nadie pudo hacer nada al respecto – se encogió de hombros-. Los Ljósàlfar no solemos tener demasiadas parejas a lo largo de la vida, sabemos con quién queremos compartirla una vez le conocemos...

Lisa tragó saliva "el resto de mi vida", la vida casi eterna de Jennie. Quizás la princesa solo estaba hablando por hablar o quizás intentaba convencerla de algo, pero por un momento la humana solo se detuvo a imaginar aquello, a pensar dentro de su mente en una vida al lado de Jennie, tan largo o corta como su propia humanidad se lo permitiera. Besarla cada noche, dormir a su lado, hablar con ella siempre que se sintiera demasiado ansiosa y desposarla finalmente cuando no se sintiera demasiado apresurado. Imaginó el momento en el que intercambiasen anillos o simplemente pudiera acompañar a la princesa durante su coronación como monarca del reino que era tan vehemente en defender. ¿Podría eso ser posible? Tener la paz suficiente para vivir una vida tranquila al lado de Jennie, una vida feliz al lado del grupo de criaturas mágicas que ahora no temía llamar familia.

Y sonrió, incluso cuando la muerte y la realidad comenzaron a llamar a la puerta de su corazón intentando colarse entre su ensoñación y escenarios imaginarios.

- ¿Y ese alguien soy yo? – Cuestionó finalmente, sabiendo la respuesta.

- Jamás he estado tan segura de algo.

Lisa sintió que el corazón le escocía en felicidad y desde la parte trasera de su cabeza una pequeña punzada comenzó a molestarle, un recuerdo ajeno.

***

La mujer veía la carta entre sus manos con gesto confuso y una mano sobre la boca, casi demasiado fuera de sí como para creer en lo que veía, en lo que leía. Frente a ella, una preciosa elfa ataviada en telas azules y gesto impaciente arreglaba los mechones supuestamente desordenados de su rubio cabello detrás de sus puntiagudas orejas.

El salón era iluminado por nada más que el cálido fuego de una chimenea que crispaba de vez cuando en el silencio de la noche y una brisa fresca entraba a través de la ventana abierta, moviendo ligeramente el cabello suelto de la mujer que ahora bajaba el papel en su mano para encarar a la rubia, que seguía allí de pie con una sonrisa cuando menos nerviosa.

Faraway Land || JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora