Tiempo presente.
Cayó con fuerza sobre la acera, sus manos tocaron el suelo apenas húmedo, al perecer ahí todavía no había llegado la tormenta, aunque ya lloviznaba.
Se tomo un minuto e inspiro profundamente varias veces, el pecho le dolía de tanto correr antes de cruzar el agujero de gusano, su largo vestido negro estaba hecho jirones y sentía que el cordel que colgaba de su cuello e iba hacia atrás y que sostenía su puntiagudo sombrero la estaba asfixiando.
"Que ironía, siempre de contrapeso."- Pensó, recordando que era de Nadeznha.
Se incorporo como pudo, el cuerpo le dolía tanto, sus rodillas flaqueaban... El combate fue muy duro, pero más duro aun fue dejar a Myrcella sola. No quería recordar aquella mirada llena de valentía, honor y amor en medio de aquel desastre porque no quería desobedecer a su tía y volver por ella.
Su largo cabello plateado se movía con violencia, su tez estaba mas pálida de lo normal, si es que eso es posible, y sus ojos grises estaban acompañados de ojeras grises producto del cansancio, la lucha y la amargura.
Eileen quería hacerse una bolita en el suelo y llorar hasta más no poder, pero no podía darse ese lujo, el iba a necesitarla.
Observo el cartel de la calle, Wallace al 300.
Una parte de ella no se asombro en absoluto, Myrcella conocía tanto el corazón de su sobrina que supo a donde enviarla. De nuevo Eileen sintió una puntada en su pobre corazón, y la sensación de alfileres en los ojos.
Las lágrimas que luchaban por salir... Pero cuadro sus hombros, alzo su barbilla y corrió; una tenue luz de un farol iluminaba la calle, y el hecho de que fuera Halloween ayudaba a que se camufle con naturalidad.
Debía encontrar a Zack y hacer por el todo lo que no puedo hacer por su tía, incluso si debía morir en el intento, lo haría.
-Yo jamás me rindo.- Murmuró con valentía.
La tormenta no tardaba en llegar, inspiró con fuerza y corrió por la calle desierta en busca de algún rastro de magia que pudiese guiarla a él.
No entendía dónde estaban los niños, o la gente en realidad, las casas estaban muy iluminadas desde adentro, pero ni un alma se asomaba siquiera por las ventanas, el aire estaba comenzando a bajar su temperatura, y cada roce en sus mejilla se sentía como pequeñas agujas.
Al final de la calle miró hacia ambos lados, debería tomar uno de los dos caminos, y a ciegas, porque aún no percibía nada excepto la llovizna que estaba comenzando a caer y había mojado la punta de su nariz.
Se decidió por la calle a su izquierda, la dirección del corazón, allí los árboles se cerraban formando un arco enorme en lo alto, y podía ver espíritus rondando con la misma tranquilidad que cualquier ser vivo.
Inspiró con fuerza y caminó, la herida de su pie no le permitía seguir corriendo, y no quería verse, pero tenía la ligera sospecha de que el agujero se había agrandado.
Avanzó más y más, las casas de esa zona eran más precarias y no tan lujosas como las que había en el centro del Reino; una en particular llamó su atención: era de ladrillos a la vista, una vieja puerta de madera y una ventana de vidrio y supo que era allí donde aguardaban por ella. En la puerta débilmente iluminada por un farol, una espada estaba abarrotada a la puerta, la cuál reconocería en cualquier lado.
Con decisión acomodó su caminata, aguantando el dolor cada vez que apoyaba el pié, y con un encantamiento simple arregló su vestido para que llegue hasta el piso, pues no quería que la vean llegar herida, aunque seguro lo sabrían.
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Fresias y coronas. (Libro 1)
Genç KurguEileen Good es la descendiente de las primeras brujas del mundo, la magia corre por sus venas así como la maldición de llevarla. Zackary Williams es el príncipe de Hellwitch, su destino es perseguir a las brujas y darles caza hasta acabarlas todas. ...