66. Pan

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CAPÍTULO 66: PAN

POV PEETA

Me levanto temprano para poder preparar el desayuno de ese día. Hemos pasado más de dos semanas con Katniss, Annie y Finnick en total tranquilidad sin que nadie del Trece nos molestara. Haymitch, Effie, Prim, Neyde, el equipo de Katniss y Johanna han venido ayudarnos en varias oportunidades con las decoraciones; también para pintar las paredes y algunos muebles de apariencia gastada o vieja. Todavía falta, pero la mayor parte del departamento ya tiene apariencia de un hogar familiar. Katniss y yo nos hemos traslado temporalmente a la que será la habitación del bebé porque nuestra habitación aún huele a pintura fresca. He pintado las paredes, la mitad inferior y la convertí en una pradera vista de cerca con plantas, flores, árboles y aves de distintas especies volando o asentadas en alguna rama. Katniss no ha visto nada aún, le dije que lo que iba a hacer ahí sería una sorpresa para ella. Pero, personalmente estoy conforme con el resultado.

Se sintió bien pintar por primera vez meses. Terapéutico, tranquilizante, reflexivo y nostálgico. Desde el anuncio del Vasallaje había olvidado lo beneficioso que era para mí pintar sobre lienzos o paredes. Y las pocas veces que dibujé lo hice en el libro de plantas de las Everdeen o en mis blocks y cuadernos de dibujo personales.

Esta vez, no fueron las pesadillas sobre los Juegos del Hambre mi inspiración, sino los recuerdos de la naturaleza que ahora parece tan lejana de nosotros en los subsuelos de este distrito. También, pensé en Katniss, en todas las flores que ella alguna vez tocó, en todas las que alguna vez le regalé y en los dientes de león que ella se pasó admirando desde su infancia por recordarles a mí y como un símbolo de esperanza. Dos panes, mis ojos y un diente de león eso le bastó a Katniss para volver a sonreír tras la muerte de su padre. En un costado de la puerta, Me aseguré de pintar ese momento en la escuela donde ambos nos miramos el uno al otro y sonreímos. La tortura no me borró los recuerdos, estos siguen tan frescos como el primer día. Primero tracé dos siluetas, la suya y la mía, no tan detalladas, porque no era necesario y luego con total concentración en mi trabajo le fui dando forma: a nuestro cabello con sus respectivas tonalidades, un negro que brillaba en algunas zonas con los rayos del sol y un rubio cenizo en el que reflejaba aún más el sol; nuestra piel; nuestros rostros; nuestros ojos grises y azules; nuestra vestimenta. Me inventé un look para mi versión infantil, ya que no lo recordaba a excepción de los colores tierra que usaba; pero el vestido celeste con lo que parecían rosas azules oscuras y blancas tejidas quedó grabado en mi mente; las flores decidí no detallarlas tanto por temor a que fuera una confusión de mi memoria por los años transcurridos, pero la idea principal estaba presente. Katniss sonriendo con su vestido floreado, mirándome a mí fijamente y la flor de diente de león en su mano. Los dos rodeados de césped, semillas y flores de diente de león. Yo también mirándola con simple conjunto de dos piezas y una pequeña pelotita con semillas de diente de león, que yo recuerdo haber tomado ese día para pedir tal vez un deseo y por la curiosidad que sentía de ver como esas plumitas blancas se desprendían una por una y buscaban nuevos lugares donde multiplicarse para crear más vida, para que la naturaleza y la esperanza nunca mueran. Porque los seres humanos necesitamos la esperanza en nuestras vidas, no el miedo que nos paraliza, ni el odio que nos carcome el alma lentamente hasta que no hay retorno. Tal vez, sea un mensaje simbólico que solo Katniss y yo entendamos y una forma de inmortalizarnos en un mural en una pared de una habitación del distrito más oscuro que alguna vez conocimos. Pero ahora dentro de nuestra habitación no parecerá tan lúgubre, ni pesimista.

Katniss entra a la cocina media dormida con bata de seda naranja para cubrir su conjunto de dormir de dos piezas. Una remera de mangas cortas y un short muy corto.

−Katniss... ¿Qué haces fuera de la cama? Aún es temprano, ni siquiera son las seis de la mañana.

−Bollos de queso. Puedo olerlos horneándose desde la habitación –murmura a modo de saludo.

VOLVIENDO A TI (Everlark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora