VOLVIENDO A TI (Everlark)

19. Historias

CAPÍTULO 19: HISTORIAS

POV KATNISS

-Recuerden, lo que realmente necesitamos es algo tan fuerte que ni el Presidente Snow pueda romper.

Nos dice Haymitch, mientras mi equipo de preparación nos está dando un retoque de maquillaje a Finnick y a mí, antes de que salgamos ante las cámaras. Él y Beetee tuvieron tiempo de filmar las propos mientras nosotros estábamos inconscientes, y en este momento, Beetee, Coin y Plutarch están analizando las cintas y editando el material con el que cuentan. Ahora faltamos nosotros dos.

Finnick y Haymitch prácticamente me obligan a estar sentada todo el tiempo por lo sucedido recientemente y por el posible bebé. A veces pienso que ni mi padre me cuidaba tanto como estos dos hombres.

Como aún se nota la herida en mi cabeza, han dejado mi cabello suelto con unos mechones cayendo sobre mi frente que ocultan la herida, cubierta con un apósito que se adhiere a mi piel. Dependiendo como Cressida enfoque la cámara no se notará.

Tener un trabajo que quizás ayude a la misión me permite enfocarme. El Presidente Snow debe estar preguntándose cómo todo lo que él me ha hecho a través de Peeta me afecta. Si desea verme destruida, entonces tendré que estar entera. Pero, creo que no lo convenceré de nada gritando un par de líneas desafiantes a la cámara.

Además, eso no le ganará tiempo al equipo de rescate. Los arrebatos son cortos.

Son las historias las que toman tiempo. Yo no tengo tanto para contar como los demás vencedores, ellos pueden elegir que contar y yo no. Por esa razón me deberé limitar a hablar bastante de mi historia con Peeta.

-Tu turno, Preciosa. –Me dice Haymitch. Me toma con cuidado del brazo y me aleja del equipo cuando acaban su tarea. –Sé fuerte. Esto es esencial para el rescate. No lo olvides.

Yo asiento. Él me da un beso en la frente.

-Todo mejorará, Katniss. Ya verás. –Me dice de forma muy paternal.

-Gracias.

Me encamino hacia donde está Cressida.

-¿Puedes empezar preguntándome por Peeta?

Ella asiente y sonríe. Me guía hasta el pilar de mármol caído. Me ayuda a ubicarme correctamente y me siento.

-Relájate. Olvida esto que será retransmitido. Haz de cuenta que se lo cuentas a un amigo. Sólo estamos nosotras dos.

Me recuerda a lo que me dijo Cinna antes de la primera entrevista, cuando me dijo que hiciera de cuenta que le contaba todos mis secretos a él, y no a una multitud. Le dedico una sonrisa a Cressida, para mostrarle que estoy de acuerdo.

Fijo mi atención en Finnick y Haymitch que están justo detrás de Cressida a unos metros mirándome. Suspiro y miro a la cámara, cuando la luz roja se enciende, Cressida empieza a hablar.

-¿Cómo conociste a Peeta?

Y entonces hago lo que Haymitch ha deseado que hiciera desde mi primera entrevista. Dejo caer todas mis defensas.

-Peeta y yo siempre fuimos compañeros. Nunca habíamos hablado, veníamos de diferentes lugares y por lo general no solemos mezclarnos, lo gente de la zona comerciante con los de La Veta. Mi primer contacto real con Peeta fue cuando yo tenía once años, y estaba casi muerta. Mi padre falleció en una explosión de mina meses antes. Mi madre estaba bajo un estado depresivo, y yo debía cuidar de ella y mi hermana. El dinero se acabó. No teníamos para nada más. Esa noche estaba lloviendo, había pasado todo el día fuera de casa, tratando de vender ropa de bebé que ya nadie usaba en casa, sin éxito. Incluso rebusqué en la basura. Al final del día, me rendí, pensando que todo estaba perdido. Por casualidad, llegué a la calle donde él vivía. Escuché el grito de la mujer del panadero, echándome del lugar. Fue ahí cuando me dejé caer en el manzano que se encontraba en el patio de la casa de los Mellark. Peeta me vio, quemó dos hogazas de pan por mí, la madre lo golpeó, en ese momento al descubrirlo, yo escuché los gritos de ella, diciéndole que nadie querría comprar esas hogazas de pan y que se las lanzará al puerco.