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Margaret

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Margaret

Había muchas cosas en el mundo que odiaba.
También estaban las cosas que detestaba y las cosas que odiaba, que me desagradaban y no podia soportarlas. Me dijeron que eran cosas distintas, una cosa era el odio y la rabia que le tenías y, otra cosa, era solo detestar y no soportar. Por esas razones, había dicho que sabía diferenciar entre ambas cosas, pero me dijeron que no, ¿cómo iba a saberlo? Apenas tenía diecisiete, no sabía nada del mundo. Era mejor que cerrara la boca.

Suspiré, al momento que le daba un sorbo a la copa que tenía enfrente. Y, casi al instante, formé una mueca al sentir el líquido amargo pasarme por la garganta.

—¡Ese no era para ti, Magge! —dijo, mi madre. Me quitó la copa de inmediato.

—Si no fuera para mí, no estaría frente a mí, ¿no crees?

Mamá puso los ojos en blanco, la arremede y finalmente sentí el golpe en la cabeza. Cerré los ojos y, al abrirlos, me giré hacía mi hermana mayor.

—No seas tan grosera con mi mamá. Ten un poquito más de respeto, ¿no crees?

Me dejé caer en la silla y apoyé mi mano en mi frente.

—Es el alcohol, temo que me está afectando.

Escuché el sonoro suspiro que soltó dándome a entender la poca paciencia que me tenía.

Justo en ese momento, papá se puso de pie, tomó su copa y la alzó.

—Quiero hacer un brindis porque hoy estamos todos juntos como la gran familia que somos.

Quizás, la gran familia que pudimos ser, pensé en mis adentros. Me mordí la mejilla, no quería arruinar la "increíble" cena familiar que estábamos teniendo.

—Amanda, estoy muy orgulloso de ti y tus calificaciones. Contigo me doy cuenta que crié a una buena hija y no dudo en que triunfarás en lo que se que te propongas. —Mi hermana levanta las cejas, al igual que todas—. Lili, hija, este año te deseo lo mejor, como tu primer año, se que serás la más lista de tu clase y te irá magnífico.

Lili sonrió con la boca cerrada. Por mi lado, me tapé la boca para no estallar a carcajadas. Finalmente, papá enfocó sus grandes ojos azules en mí. Él se tomó un momento para pensar en que decir, aquí vamos.

—Margaret, espero que ya tengas pensado tu carrera y lo que estudiaras. No dudo de... Quiero que lo des todo, confío en ti, quiero que seas la mejor de la escuela y todas las posibles. Y no quiero problemas.

Abrí la boca para decir algo, sin embargo, papá me interrumpió.

—Tambien, brindo por Diana y la gran madre que es. Salud. Feliz cumpleaños Margaret.

—Salud —dijeron, al unísono. Yo, por mi parte, formé una mueca y le tomé a mi estúpido vaso con refresco.

Si, yo odiaba, detestaba, las cenas familiares.


Si, yo odiaba, detestaba, las cenas familiares

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CUANDO TE AMÉ EN OTOÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora