31

10 0 0
                                    

Margaret

No habíamos ganado el partido.

Digo, no es que esté triste o algo por el estilo. Pero me había preocupado mucho por Adele, nunca había visto a alguien más tener ese tipo de reacciones. Ahora iba a tener más cuidado con ella, oh, y además, me llevé una gran sorpresa.

Adele era hermana de Regan y yo ni en cuenta.

Salí de la cancha tomando un gran trago de agua a mi botella. Visualice a los lejos a Les hablando con alguien, un chico. Me acerqué a ellos, pero antes, alguien se interpuso en mi hermoso camino. Le terrible bestia.

—¿Qué?

Ambos nos miramos mal.

—Hola, quería... agradecerte por lo de hace rato.

La voz de Adele se hizo presente. La observé, se miraba mucho mejor, le di un apretón en el hombro.

—Esta bien, no hay nada que agradecer. A menos que me quieras invitar una Coca.

Adele sonrió, y sacó el brazo que estaba guardando. Una Coca-Cola pequeña yacía en su mano.

—En serio, gracias. No se qué hubiera pasado si no hubieras estado ahí.

—Por suerte el hubiera no existe.

Le acepté la Coca-Cola.

—Es la primera y última vez que aceptaré que me des un regalo por ayudarte.

—Bien, bien. Adiós.

Me dio un abrazo y, sinceramente, no supe cómo reaccionar. Así que le devolví el abrazo y comenzó a alejarse, doña Jude me saludó e hice lo mismo.

—A ver si entendí, tú mamá es dueña del lugar donde trabajo, vas en la misma escuela a la que me cambié y todavía vas en mi salón. Te sientas detrás mío y estamos en el mismo equipos de historia, eres mejor amiga de la niña que le gusta a mí mejor amigo y eres la capitana del equipo de fútbol de la escuela y, por alguna rara razón, le caes bien a mi hermana. Oh, y sin decir que la ayudaste en su primer ataque de pánico. ¿No crees que ya son demasiadas coincidencias?

Me quedé observandolo, estupefacta por todo lo que había dicho. En realidad, no creí que fueran tantas coincidencias. Pero ciertamente no es algo por lo que debería ponerle atención o preocuparme. Digo, eran simples coincidencias.

—Creo que el universo me está dando a entender que cometa mi primer asesinato contigo.

Regan pone cara de pocos amigos.

—¿De verdad? Y a mi el destino me está diciendo a gritos que jamás esté con personas como tú.

Ambos sonreímos sin darnos cuenta.

—Vete a la mierda, Regan.

—Ya estoy contigo, nena.

Eso rompió toda conexión.

—No me llames así, nunca.

Le pasé por un lado y lo empujé a propósito.

—Por cierto, gracias por... Por ser tan paciente con Adele.

Lo miré por encima del hombro y detuve mi pasó.

—Ya te dije que no me tienen que agradecer de nada.

—Si, pero alguien normal no lo habría hecho.

Giré el cuerpo entero, ambos quedamos a una distancia realmente lejos.

—Que bueno que no lo soy.

—Que bueno que no lo eres.

Asentí con la cabeza y él imitó el gesto. Sin más, me di la vuelta sin mirar hacia atrás.

Llegué a casa junto con Les, ella fue directo hacía Sol y mi perra le lamió toda

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Llegué a casa junto con Les, ella fue directo hacía Sol y mi perra le lamió toda. Vi la escena con una sonrisa en el rostro y me dirigí a la sala donde me senté en el sofá.

—Que preciosa, perra, que linda...

Escuché los pasos de Lili bajar las escaleras y se quedó ahí, con los brazos cruzados y la mirada fija en Les y Sol. Fue cuando carraspeó ruidosamente y Les se puso de pie.

—¿Le dijiste a mi mamá que ibas a traer visitas?

—Mmm, si. Bueno, no, pero sabe que estoy con Lesley.

Lili puso los ojos en blanco y volvió a subir a su cuarto. Lesley abrió los ojos y se sentó a mi lado.

—¿Vamos a mi cuarto? —le dije.

—Por favor.

Más tarde, cuando me terminé de bañar y Les se había puesto más cómoda. Nos encontrábamos en mi cama; ella pintandome las uñas y yo leyendo una revista que tenía guardada.

Para ser sincera, no era de leer revistas o libros. Solo que la revista que estaba leyendo escribía sobre artistas que me gustaban, así que, no tenía problema con leerla y ver a qué mundos me mandaba.

—Oye, tú... —rompí el silencio— ¿Estás saliendo con alguien?

Dejé de leer la revista y la miré. Les había dejado de pintarme las uñas para poder observarme.

—No, ¿por qué?

—Bueno, me dijeron que estabas... Bueno, me dijeron que le gustabas a alguien y te he visto hablar mucho con él. Supuse que era así.

Les frunció el ceño, sabía que estaba tratando de adivinar a quien me refería.

—Magge, sabes que no salgo con nadie desde la secundaria. Literalmente.

Si, la vida amorosa de Les estaba horrible.

Y eso era porque así lo quería ella.

—Pero, ¿de quien estás hablando?

—Mmmm, creo que se llama Joseph. Va en mi salón.

Les abrió la boca y asintió con la cabeza.

—¡¿Le gusto?! ¡Ay, no puede ser!

Se dejó caer a un lado mío en la cama.

—¿Por qué? ¿Y ahora que pasó?

—Creo que ya sabía que le gustaba, pero es que...

—No te gusta.

—No, y... hay, no sé. Es demasiado empalagoso, muy dulce.

—Y ese no es tu tipo, si lo sé.

Les se quedó callada sin decir nada.

—¿Y cuál es tu tipo entonces?

Les se apoyó con los codos y me sonrió antes de responder.

—Mayores, maduros y que me enseñen.

Alzó y bajó las cejas.

Solté una carcajada y Les me siguió.

CUANDO TE AMÉ EN OTOÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora