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Regan

Nuevo día.

Nuevo besos.

Digo, nuevas cosas.

Me pasé el día pegado a doña Margaritas, molestadola y pidiéndole que hoy fuera a mi casa para terminar lo que no terminamos ayer por mis estupideces.

O, y hoy traía nueva falda. Pero está estaba más corta, cosa que solo me di cuenta mirando su trasero una sola vez. No había vuelto a hacerlo, me parecía algo de mal gusto ver sus atributos sin que se diera cuenta.

—Hoy no puedo, te lo repetí una y otra vez. Que seas retrasado no es mi problema.

—Pidele permiso a tu mamá, dile que vendrás conmigo y te va a dejar.

—Que no, burro.

Estaba sentando a su lado, Magge escribía algo en su libreta.

—Oye, por favor. Te lo pido de rodillas si es necesario, pero ayúdame, Margaret. Por favor.

La vi suspirar y liberar la pluma de su mano encima de la libreta. Me observó, me observó con sus ojos sensuales y esa mirada.

—Te mandaré los trabajos en archivos de PDF, te dije que hoy no puedo.

—No, ven a mi casa y me dirás de qué trata cada ejercicio.

Puso los ojos en blanco.

Y el timbre sonó.

—¿Eres tonto? —ladeo la cabeza, aún con esa miradita.

—Si... Quiero decir, no, no.

—Tengo planes, Regan. No puedo ir a tu casa hoy ni mañana.

Guardó sus cosas en su mochila.

—¿Qué clase de planes? —pregunté, intrigado. Bastante, cabe recalcar.

Margaret terminó de guardar sus cosas, se volteó hacía mí y dijo:

—Como una cita. Adiós.

Salió del salón con una sonrisa.

No sé porque eso me había molestado.

¿Una cita? ¿Tiene una cita después de que nos besamos en mi casa? Perfecto, excelente. La mejor noticia.

Al salir del salón de clases, Vanesa me esperaba. Dejó de hablar con la chica con la que hablaba para ponerme atención.

—¿Quieres salir? Necesito despejar mi mente.

Vanesa cerró la boca, dado que estaba a punto de decir algo.

—¿Quieres que le hable a Joseph y Dani?

—No, Dani seguramente está con su novio y Jos seguro estará molestando a su novia. Nada nuevo.

—Jos no tiene novia.

—Si, ¿no oíste que se estaba besando con una del 506?

—¿Y tú no escuchaste que no son novios? La gente se besa Regan y no precisamente son novios.

Entrecierro los ojos, ¿eso que escuchó mi cabeza fue acaso una indirecta? Me encogí de hombros.

—Se siente extraño.

—¿Qué?

—Aún no me dices que tienes cosas que hacer y que no puedes salir.

—Ya vamos en el camión, no tengo otra opción.

Vanesa me dió un golpe en el hombro.

Nos bajamos antes de llegar para caminar un poco y hablar más. Vanesa me compró un helado de Macdonals de vainilla.

—¿Y qué has hecho estos días?

—Pues nada, ir a la escuela y volver a mi casa a encerrarme en mi cuarto. No tengo otra cosa que hacer.

—Creí que salías, ya sabes, con tus amiguisimos o con algún culito que tendrías por ahí.

—No, yo no tengo esas cosas.

—Aja, claro. Te haces su amiga y ya después los confundes, muy lista Vanesa, muy lista.

Vane formó una mueca de desagrado.

—Me hago amiga de los que quiero como amigos y nada más.

Guardé silencio un momento.

Eso explicaba muchas cosas.

—Pues creo que entendí algunas cosas con ese comentario.

—Pero... Contigo fue diferente.

—¿Eh?

—Si, creí que te quería como amigo.

—¿Eh?

—Pero creo que no.

Ladeó la cabeza y se detuvo. Al igual que yo.

—¡¿Eh?!

Hundió sus delgadas cejas, lo siguiente que pasó fue que se acercó a darme un beso en la boca. Cerró sus ojos mientras que yo los mantuve abiertos de par en par.

Al momento en que quise alejarla, Vanesa lo hizo más rápido.

Abrí la boca para decir algo, pero nada prudente salió así que decidí mantener la boca cerrada. Por otro lado, no era el único con el rostro estupefacto. Vanesa se relamió los labios, miró hacía ambos lados y se rascó el puente de la nariz.

Dejó sus manos en la cadera.

—Creo que soy lesbiana.

Me limpié la boca.

—Oh.

—Regan, me siento tan sola. Siento que no tengo amigos, que solo... No sé.

—Oye, no estoy pintando. Estoy parado frente a ti, literalmente.

Vanesa soltó una risa.

—Perdón, me exalté. Olvida lo que te dije —tiró el helado al suelo—: Perdón si no sentí antes lo mismo que tú, es que... Me gustas, me gustas como mi mejor amigo, pero nada más. He intentado... No, traté de enamorarme de algún hombre, pero no funcionó. Cada vez que trato de imaginarme con uno es... siento vergüenza, asco y náuseas.

—¿Y por qué yo no supe de esto antes?

—Bueno, no sé. No te lo quería decir.

—No, dímelo.

—Porque Joseph me dijo que sentías cosas por mí y no quería ser grosera. No quería romperte el corazón y perderte.

Puta madre, esto era más fuerte de lo que imaginé.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión? Algo debió haber sido si me lo est...

—Margaret.

—¿Perdón?

—Margaret fue la razón del porque te lo estoy diciendo. Regan, conozco tus expresiones cuando alguien te gusta.

—Por favor...

—Bueno, como quieras. Mira, te la pasabas... No, me retracto. Te las pasas hablando de ella, de como era en la primaría y de cómo "terriblemente" están juntos en preparatoria. Oye, se que la odias, pero creo que la odias tanto que es en lo único que piensas.

Abrió sus ojos como diciendo algo obvio.

—No, lo que dices es mentira.

—Aja. Y yo estoy enamorada de ti.

La miré, incrédulo.

—Eso fue cruel.

—Cruel eres tú contigo mismo por no aceptar las cosas.

—Eso no...

—Olvidalo, conmigo no funcionan tus encantos.

Se cruzó de brazos. Iba a decir algo, pero me interrumpió.

—Vamonos a dentro, quiero refrescarme y aquí me está dando el sol en la cara.

Si, me gustaba esta clase de relación que tenía con Vanesa.

CUANDO TE AMÉ EN OTOÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora