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Margaret

Mi peor pesadilla eran las rutinas.

Lo peor es que había empezado a acostumbrarme a ellas.

Llegué como todos los días a la florería, la misma canción se repetía una y otra vez. Ya me había acostumbrado a la misma canción desde que tenía cinco años, quiero decir, la canción es increíble y me gusta. No tengo problema con escucharla todo el día.

Y, no había opción, la USB que teníamos no había guardado las canciones que le metieron y solo se podía escuchar esa. Era el silencio o esa canción, y prefería la canción.

—Magge, ¿me puedes traer unos guantes?

Asentí con la cabeza, Amanda me sonrió un poco y yo entré a la bodega en busca de sus guantes. Cada quien poseía unos, lo míos eran color azul, los de Amanda rosa y los de mi mamá eran color amarillos. Oh, además, mamá le había comprado unos al pendejo de Regan.

Los miré, no pude evitar pensar en lo que había pasado ayer. Era un tonto. Era un maldito idiota. Golpeé la caja que estaba abajo de mis pies. Solté un chillido cuando mi pie impacto contra ella, era una caja llena de piedras.

—¡Magge, tienes visita!

Elevé la cabeza al escuchar eso, ¿y ahora que pasó? Recordé que Les vendría después de terminar sus clases, tomé los guantes de Amanda y salí de la bodega.

Pero cuando salí, me llevé una gran sorpresa.

¿Qué hacía aquí?

—Que yo sepa hoy no trabajas —me crucé de brazos.

—Si, ya sé.

Nos quedamos de pie en una esquina cada quien, yo con los brazos cruzados y Regan mirándome. Sin embargo, algo recordó porque sacudió la cabeza y sacó algo de los bolsillos de su pantalón.

Me mostró un llavero con una USB.

—¿Se supone que debo saber que es?

—Eh... No, bueno si. Bueno, es una USB con un montón de canciones, dura como diez horas está cosa. La traje para que no te aburrieras mientras yo no estoy.

Me guiñó un ojo y yo rodé los ojos.

Solté un suspiro e hice a un lado la cortina que da a la bodega.

—Damas primero.

Si, odiaba que Regan me hiciera sonreír.

Si, odiaba que Regan me hiciera sonreír

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CUANDO TE AMÉ EN OTOÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora