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Regan

—Ade, apúrale, ya casi nos vamos.

—¡Ya voy! Deja de apurarme porque así me desconcentro —se quejó, sin apartar los ojos de la computadora.

Dejé escapar un suspiro y me senté en la cama. Faltaba poco para entrar a la escuela, pero le había pedido algo sencillo a Adele. Lo necesitaba... Lo necesitabamos urgentemente.

—Creo que ya lo terminé.

Me puse de pie y me agaché para poder quedar a la altura del escritorio.

Adele desconectó la USB y me la entregó en la palma de mi mano. Estaba junto a un llavero de delfín muy simpático.

—¿Estás seguras que están todas?

—Si, solo saqué las que apenas había metido y agregué las que me pediste.

—Excelente, te amo —le di un beso en la cabeza.

—Yo más.

Adele me sonrió.

Y, ahora sí, estaba listo para ir a la escuela.

CUANDO TE AMÉ EN OTOÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora