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Regan

Escuché la puerta de la casa abrirse, se trataba de mi mamá. Había ido a la escuela a hablar con los maestros para decirles el porque de nuestra ausencia.

—Está todo resuelto, pueden pedirle los trabajos a sus compañeros y los maestros les darán chance de entregarlos.

—Ah, y yo que pensaba que me había salvado de hacer tarea.

Mi mamá soltó una risa.

—Si, así que mejor ve pidiendolos. Quiero un enorme diez en tus calificaciones.

Adele negó con la cabeza riendo y siguió mirando el celular.

Por mi lado, me puse a pensar en quien podía pasarme las tareas. Y, la verdad, desde que mi mamá había terminado de decirlo yo ya sabía a quien decirle.

—Ah, por cierto, mañana no van a ir. Pedí permiso para que faltarán hoy y mañana.

—¿Solo iremos el viernes? ¡Mejor no vamos toda la semana!

Mi mamá puso los ojos en blanco y se puso de pie.

—Me voy a dar un baño de espuma, no quiero que me molesten —se quitó el cabello de los hombros.

—Que la moleste dice.

—Yo la amarro, no te preocues.

—¡Ey!

Mamá subió las escaleras y desapareció.

Más tarde, al medio día, decidí mandarle un mensaje.

Regan: ola

Regan: falté toda la semana, q chido

Regan: me pasas los trabajos que estuvieron dejando la semana pasada y está?

Regan: por fi

Regan: te pago si quieres

Regan: con lo que sea

Llegamos a la escuela al mismo tiempo que Margaret

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Llegamos a la escuela al mismo tiempo que Margaret.

Adele se fue por su lado y yo seguí caminando detrás de ella.

No me había respondido ninguno de mis mensajes. Ni siquiera se inmutó en dejarlos con palomitas azules. Literalmente me mandó a la mierda.

—¡REGAAAAAAAN!

Joseph evitó que siguiera detrás de Margaret, dado que me abrazó con fuerza y me besó el cachete. Dani también se unió al abrazo y, al poco rato, también Vanesa, que me observaba con ojos de cachorro.

—Te extrañé, maldito tonto.

Me sentí algo feliz al tenerlos a todos junto conmigo.

Pero también estaba doña Margarita.

Vanesa tiró de mi brazo hasta un lugar más privado.

—¿Y que tal va todo? ¿Tú mamá está bien?

—Si, ella está bien. Mucho mejor de hecho.

El único día que había ido a la escuela fue el viernes. Me sentí un artista famoso porque todo el mundo me saludó, Ignacio se molestó por lo de su moto. Álvaro me invitó a una fiesta en su casa, dos personas me pidieron el instagram. Sin embargo, nada de eso había servido, para ser honesto.

Margaret me ignoró como pudo.

Y sus amigas lo notaron.

Si, odiaba cuando ella me ignoraba.

Pero odiaba más... odiaba...

Agh, era imposible.

CUANDO TE AMÉ EN OTOÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora