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Regan

Regan: holis

Regan: serías tan linda para pasarme lo que se dictó en sociología?

Margarita: Y como por no lo anotaste tú?

Regan: porque fui al baño

Margarita: Toda la clase?

Regan: tenía chorro

Margarita: Nada más deja que lo corrija

Margarita: Y no me apures porque si no te voy a pasar pura riata

Regan: simón

Apagué el celular y terminé de escribir el título de la tarea. Ya había terminado, solo me faltaba escribir la fecha y que...

—Regan, tenemos que hablar.

Me quité los audífonos y asentí con la cabeza. Mi mamá se veía terrible, tenía ojeras grandes y se miraba más delgada. Me había preocupado, pero ella había asegurado que estaba bien, que solo eran unas simples pastillas.

Y no le creí ni un poquito.

—Mira, es díficil decir esto...

—Mama, cálmate, estás hablando con tu hijo, no con un extraño.

Mi mamá sonrió, tenía una sonrisa tan bonita.

—Tú padre se gastó el dinero que teníamos ahorrado en el banco. Fue por problemas...

—Te engañó, ya lo sé.

Al escuchar eso que dije, mi mamá suspiró y miró hacia otro lado, aguantando sus ganas de derrumbarse justo frente a mí. Pero algo cambió, que se contuvo y me miró directamente a los ojos.

—Se lo gastó todo y yo me quedé sin nada, no se qué pasa con él de verdad. Y lamento estar diciendo esto, pero... Nos vamos a mudar.

Toda mi alegría se había bajado en un dos por tres. Incluso sentí como la sangre se me bajaba y me ponía tan pálido como ella estaba.

—¿Qué...?

—Aquí no tengo dinero, mi dinero se quedó con tus abuelos en Canadá. Tengo pensado irnos ahora para que estudies allá junto con Adele, serán solo dos años y volveremos.

¿Por qué sentía que todo iba demasiado rápido?

—Mamá, ¿estás bromeando conmigo? No podemos irnos, estoy en mi último año de la preparatoria y es el más importante porque de ahí me voy a la universidad.

—Puedes estudiar allá, hay muchas escuelas que te pueden ayudar.

Cerré los ojos, hastiado y enojado.

—No, mamá, no va a ser lo mismo. Allá no conozco a nadie, ni siquiera he visto a mis abuelos. Y Adele y yo no sabemos hablar lo que sea que se hable en Canadá. Vas a arruinar la poca vida que tenemos.

Mi mamá pasó saliva con fuerza, creí que seguiría hablando, pero no lo hizo. Simplemente apoyó los codos en la mesa, se frotó la cara y cayó en un llanto que parecía eterno.

—No se que hacer, Regan, no se qué hacer...

Mi mamá se veía muy vulnerable en ese estado. Estaba llorando como una pequeña niña, estaba cansada, se miraba desde millas. Tuve el impulso de abrazarla, de decirle que todo iba a estar bien, pero la dejé llorar, la dejé sacar todo el dolor que se estaba consumiendo en su pecho.

—He tratado de hacer las cosas bien, he sido buena esposa, me vine a vivir con él a su cuidad... Ya no se qué está bien y que está mal. Perdoname si fui mala madre contigo, Regan. De verdad lo siento.

Y fue cuando me atrajo hacia ella y me abrazó.

—Esta bien, mamá...

No, no lo era. No era mala madre, solo era alguien como yo que tenía problemas y todo se le está yendo de las manos. La abracé con fuerza y una lágrima espesa cayó en su hombro. No, no era mala madre, simplemente era ella siendo ella.

—Haré todo porque no nos mudemos.

CUANDO TE AMÉ EN OTOÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora