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Regan

Llegué a mi casa en un momento de tormenta.

Mis papás estaban peleando en la cocina y cerré la puerta despacio para que nadie me escuchase.

—¡Mira lo que dice aquí, Héctor! ¡Te gastaste medio millón de pesos!

No pude entender a lo que se refirió al final, mi mamá se había puesto a gritar en francés.

—Los necesitaba, mujer.

—¿Como para que, Héctor? ¡¿Para qué?! ¡¿Hay cosas más importantes que tú maldita familia?!

Un silencio amargo se creó en la cocina.

—Te dije que necesitaba dinero para pagar l os gastos de la casa, en dos días se vence el agua, la luz en una semana y tú hija quiere entrar a fútbol. ¿Qué le hiciste a nuestro dinero?

—Nada.

—¿Cómo que nada? ¿Entonces dónde está? ¿Por qué nos haces esto? Por una vez en tu puta vida ponte a pensar en tus hijos. Por una vez ponte a pensar en mí y en qué dejé mi familia y mi casa por venirme a vivir aquí contigo. ¡Y mira como me pagas!

Escuché un golpe, mamá le había pegado.

Pasé saliva con fuerza, miré al frente y me encontré con Adele. Estaba mirando todo con atención desde las escaleras de la casa. Maldije en voz baja, siempre traté de que Adele nunca los viera pelear, que ella evitará ver este tipo de cosas le evitaba muchas cosas.

Antes de ir por ella, ellos dijeron algo más:

—No se que vas a hacer, pero quiero el medio millón lo antes posible. O los consigues, o nos pierdes. Y hablo por todos, por ellos y por mí.

—Jude, oye...

—¡No me toques! ¡Tienes dos hijos hermosos! ¡Inteligentes, responsables y con una encantadora personalidad! ¿Y lo echas a perder todo por tus calenturas de adolescente de mierda? Pura mierda, Héctor. Pura mierda.

Cerré los ojos un momento, ¿de verdad esto alguna vez tenía fin? Abrí los ojos y corrí en puntas hacia donde estaba Adele. Ella se sorprendió al verme.

—Ven, vamos arriba, esto no vale la pena.

Mientras ellos seguían peleando y gritando, Adele ya había escuchado todo. Había escuchado la peor parte y me culpaba por eso, había escuchado la verdad de todas la peleas que tenían cada nada.

Adele y yo la pasamos hablando sobre nuestros días. Si, Adele estaba emocionada porque la semana que venía iba a tener su primer partido y estaba nerviosa. Pero le dije que todo iba a estar bien, que iba a ir a su partido y, por cualquier cosa, yo me encontraría en la banca con una botella de agua y chicles con sabor a menta.

Si, a veces, las peleas de mi papás traían cosas buenas.

Si, a veces, las peleas de mi papás traían cosas buenas

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