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Margaret

Tomé mi celular y me senté en un banco que estaba por ahí. Luego solté un suspiro ruidoso.

Había algo bueno sobre que Amanda hubiese vuelto a la casa; ella estaría en la florería. Es decir, su caso la verdad era muy triste. Ella conocía a Eduardo desde que había empezado su carrera de Medicina y, hasta ahora, ellos seguían juntos.

Eso no era importante, lo importante era que gracias a la florería Amanda se mantenía ocupada y con la música de Caifanes, su mente se despejaba y pensaba en otra cosa.

Así que, mientras Ama hacía mí trabajo me puse a ver instagram. Vi las historias de Les y Nico, sonreí al ver que habían publicado una donde besaban a Amelia en el cachete.

Justo en ese momento un mensaje de WhatsApp me llegó.

Ame te ha añadido al grupo «Equipo de Historia»

Ame: Hola, les mandaré que fue lo que les tocó a cada quien

Roberto: no estaría mejor reunirnos en algún lugar?

Roberto: casi no entro al WhatsApp

Magge: Sería mejor en la escuela, no?

Regan: nel

Roberto: En la escuela? Que les parece si vamos a casa de alguno de nosotros para hacerlo?

Magge: No puedo, estoy castigada y no me dejan salir

Regan: ni modo

Max: yo no podré ir, pero mándenme lo que me toca y lo haré

Ame: Genial, manda msj por privado

Max: Ok

Roberto: Entonces?

Regan: a mi casa pueden venir, nada más k sería hasta el jueves

Roberto: Cool, bye

Magge: Dije que yo no puedo ir

Regan: ay, que pena

Magge: Qlv, eres burro

Regan: es halago?

Magge: Yo no iré a tu mugrosa casa, te dije que estoy castigada

Regan: y quien t manda a empujarme?

Magge: Quien dice q es por lo que te hice?

Regan: instinto, nena, instinto

Magge: Instinto mis huevos

Regan: ya dime qué me amas mejor

Magge: Ni la otra vida te amaría y no me digas nena

Apagué el celular, frustrada.

Mi mamá salió de la bodega y se quitó los guantes, me miró y dijo:

—¿Qué haces ahí? Ayuda a tu hermana, estás aquí para trabajar, no para estar sentada en el celular.

Puse los ojos en blanco.

—Estaba hablando con el grupo de mi equipo de historia. Necesito que me des permiso para ir a casa de un compañero y podamos hacer el trabajo.

Ella me miró y comenzó a negar con la cabeza soltando una risa.

—No, te he dicho mil veces que yo también fui joven.

¿Y entonces por qué nunca me entiendes?

—Mamá, ¿no crees que si fuera a escaparme o hacer cosas indebidas te estaría diciendo esto? Mamá, no tengo intenciones de desobedecerte otra vez. Esta vez hablo en serio, tengo que ir o voy a reprobar.

Se acercó al mostrador.

—Puedes hacerlo en tu casa, o aquí. No irás a ninguna parte ya lo dije.

Maldije en mis adentros, mi mamá estaba más seria de lo normal por la pequeña pelea que habíamos tenido ayer. Mira, lo entendía, ¿pero por qué tenía la culpa yo de todo? No era culpa mía que Regan sea un baboso sin sentimientos ni cerebro.

Regan le cae bien a tu mamá.

Juro que pude ver la luz del foco que iluminaba mi cabeza cuando se me ocurrió una idea.

Me puse de pie con la cabeza cabizbaja. En dos zancadas estuve frente a ambas, tomé una rosa y comencé a quitarle todas las hojas, formé mi mejor cara de dramática.

—Entonces debería decirle a Regan que no podré ir a su casa. ¿Me dejas mándarle mensaje?

Mi mamá de inmediato dejó de hacer lo que estaba haciendo para verme.

—Si, está bien.

Saqué el celular de la bolsa de mi falda y entré a una aplicación cualquiera. Había entrado a mis notas, escribí algo cualquiera, una cosa sin importancia como números y letras y también tuve que hacer gestos extraños para que mamá viera mi excelente protagonismo.

—¿Qué clase de trabajo tienes?

La miré a los ojos.

—Es de historia.

—¿Y él está contigo?

Suspiré.

—Si, él quiere que nos reunamos en su casa para hacerlo. Pero le diré que no podré ir.

Volví mi mirada al celular.

—Ya, deja de escribir. —Dejé de hacerlo casi al instante—. Está bien, pero que por favor el te acompañe a tomar el autobús.

Tuve el instinto de poner los ojos en blanco. Pero no lo hice, suficiente me odiaba mi mamá.

—De acuerdo.

Si, amaba lo bien que podía engañar a mi mamá.

Si, amaba lo bien que podía engañar a mi mamá

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CUANDO TE AMÉ EN OTOÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora