Margaret
—Magge, ¿ya lo acabaste?
No alzo la mirada, suelto un suspiro frustrado y borro el ejercicio que me salió mal... por quinta vez.
—Oh, ya veo que no. Roberto me la pasó, ¿la quieres?
Ahora si la miro, Ame tiene un diez en su libreta. Pongo los ojos en blanco, llevo media hora tratando de resolver estos estúpidos problemas que realmente son una mierda. No entiendo absolutamente nada.
—No, está bien.
—¿Segura?
Asiento con la cabeza y ella no insiste más, pero me deja lo ejercicio a un lado y se retira con lentitud. Apoyo la espalda en la silla y alzo la mirada hacia la profesora, desvíe mi mirada y encontré a Regan. Le estaba entregando a la profesora y parecía que iba a tener diez. Porque sonrió.
Miré hacia otro lado cuando noté que venía hacia acá y me centré en mi libreta. Pude sentir como se dejaba caer en su asiento y soltaba un suspiro. Pasé saliva con fuerza y me incliné sobre mí asiento, volviendo a leer el ejercicio detalladamente y marcando cada palabra.
—Solo les queda media hora para terminar, por favor, los que falten, entréguenme.
Sentí que no iba a terminar.
Así que me giré sobre el asiento, Regan miraba su celular con cara de pocos amigos. Carraspee y alzó su mirada.
—¿Tú si le entendiste?
Asiente con la cabeza sin cambiar su expresión seria.
—¿Cuanto te puso?
Me mostró sus manos y sus diez dedos.
—¿Me podrías ayudar?
Regan desvió un poco la mirada antes de responder. En realidad, parecía incluso molesto.
¡Yo debería estarlo, el me besó!
—Si.
No se si fue mi locura, pero percaté que sus mejillas se tornaban rojas. ¿Es normal? Supongo, el aire está demasiado frío.
Le paso mi libreta de ejercicios y Regan se la pasa explicándome cada uno de los ejercicios. Puedo decir que es muy bueno explicando porque había entendido todo lo que salió de su boca. Por un instante, olvidé lo que había pasado el día anterior. Y, también creo que él lo olvidó.
—Gracias —confieso luego de haber ido a que me calificaran.
Regan asiente con la cabeza, pero no dice nada.
Por mi parte, salgo del salón. El de Les y Nico está vacío, dado que ellos hoy salieron a las once cuarenta de la mañana y yo a las dos. Mientras camino siento un dolor insoportable en la cabeza, bajo las escaleras y siento como tiran de mi mochila.
Es Regan. Pongo los ojos en blanco.
—¿Qué no te fijas? Casi chocas con un grupo de tontos.
—¿Y a ti qué? Me voy a caer yo no tú.
Regan me rodea el hombro con su brazo y, cuando estoy a punto de quitarme dice:
—Oh, entonces yo te cacharía. Así que mejor si, cáete —y me empuja.
—¡Oye!
Me balanceo un poco, pero logro enderezarme y le doy un golpe en la espalda. Regan no para de reírse.
Ruedo los ojos y sigo caminando, es cuando me encuentro con Adele.
—Hola —me dice alegremente.
—Hola.
Está a punto de decir algo, pero Regan llega y ella pone los ojos en blanco.
—En fin, ¿por qué ya no vas a los entrenamientos?
—Estoy algo ocupada.
—Dile la verdad, estás castigada.
Le saco el dedo de en medio mientras lo ignoro, no se tiene porque meter. Está hablando con sus amigos.
—Si, también es por eso.
—Oh... ¿Entonces no has ido estas última semanas?
—No, pero quizás vaya al partido del sábado.
—Si, ahí estaré.
—Excelente.
Hago que choquemos los puños y comienzo a bajar para poder irme a casa.
No, a casa no. A la florería.
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CUANDO TE AMÉ EN OTOÑO
Teen FictionMargaret es demasiado marginada para Regan. Regan es muy creído para Margaret. Regan y Margaret se odian desde primaria, por ende, en tercer grado, ambos no tienen idea de que les tocará compartir salones en su último año de preparatoria. Ambos t...