Capítulo 70

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Quiero un descanso

Hazel

No acostumbro a quedarme en cama, pero tener a Alexander a mi lado, acariciando mi espalda con sus dedos, me tiene en un estado de trance y tranquilidad absoluto.

No hemos hecho nada. Lo último que recuerdo es que estaba en el asiento del ferrari cuando mis ojos empezaron a cerrarse. He despertado desnuda, sin bragas, y abrazada a Alexander, por supuesto, con mi mano sobre su mejilla. No sé cómo lo hago, pero siempre lo golpeo en sueños.

Me he quedado dos horas viéndole dormir, con el brazo detrás de su cabeza y la tranquilidad reflejada en su rostro.

Cuando ha despertado, ha comenzado a acariciarme la espalda con lentitud, besándome tímidamente.

一¡Buenos días, diablesa!

Su mirada azul está casi transparente. Sus ojos recién despiertos son los más bonitos que he visto nunca.

一¿No trabajas hoy?

一Puedo trabajar desde aquí.

Cierro los ojos recostándome sobre él. Acaricio su vientre y su pecho, haciendo un camino circular en su piel que me lleva a la línea de su cuello y su mandíbula, que delineo provocando que cierre los ojos.

一Tengo trabajo atrasado, debería volver al comando 一susurro.

No comenta nada. Beso su pecho, haciéndome un ovillo a su lado. Mi respiración está acompasada con la suya, su pecho sube y baja lentamente, balanceándome.

一Aún es temprano.

Me abraza y lo dejo pasar. No me quiero ir tampoco, aunque sé que en algún momento tendré que hacerlo. Nos besamos sin control y nos acariciamos sin que nuestras manos puedan poner un tope.

Comienzo a escuchar el sonido de la aspiradora fuera de la habitación despejando la neblina aislante que nos rodea. Tania debe haber llegado ya, así que no estamos solos.

一¿Te duele algo? 一pregunta estudiando mi cuerpo.

一Teniendo en cuenta que me caí de boca contra una fuente de mármol... Solo me duele un poco la muñeca.

La señalo. Al aguantar mi peso sobre ella, me hice un daño leve. Toma mi mano y comienza a hacerme un masaje, centrándose en los ligamentos de mi muñeca.

一No es grave, no te preocupes...

A pesar de ello, sigue otro rato más pasando sus dedos por mi piel. El ligero dolor desaparece. Tiene unas manos mágicas.

一¿Cómo tienes el resto de heridas?

Sus dedos se pasean por mi costado y un escalofrío me recorre. Tomo su mano y entrelazo nuestros dedos sobre su pecho.

一No me duele 一le tranquilizo.

Y aunque me doliera, no me iba a quejar. No es nada.

一¡Vamos a desayunar!

Se aparta y me deja en la cama. Me tapo con las sábanas haciéndome una bolita mientras él se viste con un pantalón de algodón. Veo su reflejo en el espejo de la pared, su torso musculado se encoge cuando se agacha para ponerse un par de calcetines.

一Recuérdame que te regale los calcetines de piñas moradas con pompones y cascabeles.

Se ríe volteando y echándose encima mía. Acaricio su nuca, el pelo corto me hace cosquillas en la punta de los dedos. Me llena la cara de besos mientras intento zafarme, pero tiene mi cuerpo atrapado.

NIXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora