Capítulo 59

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Tropiezo

Hazel

El tiempo frío y húmedo ha llegado de golpe a París. La lluvia se ha sucedido durante toda la mañana y eso ha hecho que la tierra se vuelva blanda.

El olor de las flores junto con la tierra mojada me daña. No quiero seguir aquí por más tiempo. Mi estómago se contrae reconociendo el dolor que me aguijonea las entrañas.

Contemplo la tumba que descansa a mis pies y admiro la lápida de mármol con la inscripción.

Zayn King Ascanier 22-09-2022

Una pena que todo acabara así. Una pena que nadie viniese a despedirse de él a pesar de haber sido un gran amigo durante muchos años. Duele que los errores que se cometen terminen nublando todo lo bueno que ha hecho una persona.

Quizás algún día yo acabe igual que él y no haya nadie para despedirme...

Acaricio la base marmoleada ocultando mi cara para que no me vean llorar. No he parado de hacerlo en la última noche, tengo los ojos rojos e hinchados de tanto llorar sola, en la oscuridad de mi habitación. El desasosiego ha sucumbido dentro de mí, dándole alas al deseo ferviente de venganza por su muerte.

Tomo la rosa de espinas roja y la pongo junto a su nombre.

No quiero aceptarlo, pero es algo que tengo que hacer. Ya no lo veré más bailar, hacer el tonto, ya no me volveré a pelear con él, ni a saltarle encima de la espalda, ni a abrazarlo. Tengo que seguir viviendo sin tener al hombre que más he amado en mi vida. Ya no tengo a mi otra mitad, mi confidente, mi mejor amigo, mi compañero de travesuras...

Ya no podré despertarlo el día de su cumpleaños con la casa llena de regalos para que los encuentre, ni tendré que ir a comprar pastel porque, el que he intentado hacer yo, me ha salido horrible. No podré llamarlo cuando he tenido un mal día, ni podré volver al parque con él a leer mientras hace ejercicio.

Hay tantas cosas que ya no podré volver a hacer con él que me he quedado rota por dentro, vacía. Sin esa mitad que me dió alegría cuando más lo necesitaba.

Mi madre llora desconsolada abrazada a mi padre que es el que peor lo está llevando. No lo muestra, pero lo sé. Es como cuando se ríe sin reír, sus ojos muestran lo que siente, pero su expresión facial no lo hace.

Aparto las lágrimas de mis mejillas dejando un suave beso en la lápida y me levanto llegando a dónde se encuentra mi madre para darle un beso en la frente.

一¿Nos vamos, mami?

Limpio sus lágrimas con besos silenciosos intentando recomponer su corazón y el mío. Me sonríe con tristeza y la envuelvo en un abrazo estrechándola con fuerza.

一Vámonos, mi amor.

Me agarro al brazo derecho de mi padre mientras que mi madre se cuelga del izquierdo. El General marcha en silencio a mi lado con sus guardias detrás cuando cruzamos el cementerio de Montparnasse para salir de él.

Los tres queremos recordarle como cuando todo estaba bien y olvidar todo lo que ha pasado. Quizás sea más sencillo hacerlo así...

La misma sangre se ama y duele, pase lo que pase.

Los abetos altos y frondosos nos cubren de las finas gotas de lluvia. El cementerio está vacío a excepción de nosotros, todo en silencio dando descanso a los muertos.

Trato de taparme bien con el abrigo. No me gustaría que la gente con la que nos crucemos fuera, vean mi cuerpo magullado y con las vendas, aunque la de mi pierna se ve por debajo de la tela.

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