Capítulo 42

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Ascenso

Hazel

Abro los ojos y miro al hombre que duerme a mi lado como Dios lo atrajo al mundo. Aún no ha sonado la alarma, por lo que debe de seguir dormido. Me deshago de su agarre en mi cintura y salgo de la cama recogiendo mi ropa.

Sin las bragas, por supuesto. Desaparecen por arte de magia.

Me muevo sin hacer ruido al baño y me doy una pequeña ducha para quitarme el sudor del cuerpo y el olor a sexo que parece que se ha quedado en mi piel.

Alexander es un dios del sexo, caliente, duro y atrevido.

Pero...

Solo somos sexo y me lo tengo que repetir por activa y por pasiva para que no me joda viva. Aparto los pensamientos de mi mente y me pongo la ropa que traía puesta.

No me puedo comunicar con nadie porque no tengo mi teléfono, tampoco tengo mi documentación ni nada parecido, así que no puedo ir a ningún lado.

Voy a la cocina, aún no hay rastro de Tania y me hago un café en la cafetera con un poquito de leche. Cojo una manzana del plato con fruta y me siento a comer en la isla de la cocina esperando a que el Conandante se despierte.

Por lo oscura que sigue estando la calle, seguramente aún no sean las seis de la mañana. No se oye ni un solo ruido, aunque de vez en cuando se ven algunas luces que deben pertenecer a la calle.

Bebo tranquila y mordisqueo la manzana admirando la bonita cocina que tiene. Los muebles oscuros denotan exquisitez, aunque su casa es demasiado para mi gusto.

Escucho la alarma y segundos después la puerta del dormitorio se abre con fuerza. El Comandante lleva los bóxers puestos y se me queda mirando, está furioso, pero cuando me ve, sus facciones cambian y se tranquiliza.

一¿Qué haces ahí?

一Necesitaba comer. 一Aparto la mirada de él y vuelvo a deleitarme con el café.

一Te podrías comer otra cosa.

一No, gracias 一espeto一. ¿A qué hora tengo que estar en la central?

一A las nueve de la mañana 一gruñe y sigo desayunando cuando escucho el golpe que pega la puerta.

No estoy para sus tonterías. ¿Hemos pasado la noche follando? Sí. ¿No se va a volver a repetir? También. ¿Siento cosas? Sí. ¿Soy una más en una lista que tendrá infinidad de nombres? También. Y yo no voy a seguir siendo una más porque no me da la gana.

Siento que me voy a destruir con todo esto y estoy muy muuuy muyyyyyyy aterrada. No me había sentido nunca así y siento que el corazón se me va a salir del pecho cada vez que veo al Comandante malhumorado de ojos azules y de sonrisa arrebatadora.

Espero a que se prepare y se tome el café a mi lado. Se mantiene en silencio revisando algo en su teléfono, yo lo haría si no fuera porque, por no llevar, no llevo ni bragas. Salgo detrás de él despidiéndome de Tania que ya ha llegado y entramos al ascensor.

Noto que me mira de vez en cuando, pero mantengo mi mirada puesta en las puertas, como si hubiese algo en lo que estoy pensando.

No tengo ganas de hablar con él y solo tengo ganas de llegar a la central, ponerme mi uniforme y hacer lo que más me gusta. Entrenar, comer y dormir. Sin importar el orden.

Entro en su coche que ronronea cuando lo arranca y salimos adentrándonos en el tráfico de la ciudad. Se nota que ya hay muchos turistas que se han ido y la ciudad parece un poco más despejada.

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