Capítulo 38

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Cuando el deber llama...

Hazel

Mi cabeza me duele, pero me obligo a levantarme cuando escucho la segunda corneta por los altavoces. Me preparo y salgo de la habitación sin ver a nadie. Lo prefiero así, no estoy de humor y aún me siento un poco mal.

A veces siento que mi calor corporal sube de la nada, pero estoy bien, baja a los pocos minutos.

Salgo a la pista de entrenamiento directamente. Normalmente suelo beberme un café antes, pero siento que si tomo algo, lo echaré fuera. Saludo al capitán, que me mira con una ceja enarcada y a algunos agentes que ya conozco, entre ellos Israel.

Todos van llegando y colocándose. Me revuelve el estómago mirar a mi izquierda y no ver a Jude en su puesto. Los soldados bajo su mando se han repartido en el resto de filas y la mía es la más abultada.

一Teniente 一Dustin me saluda y va a su sitio, está cabizbajo.

Cris también llega y me muestra una sonrisa que me hace devolvérsela. Es la única de mis amigos que ha intentado ponerse en contacto conmigo después de lo de Cass y me provoca un tremendo pesar. Yo no tengo la culpa de no haber podido ir. Encima decir lo del Comandante... No sabía que tenía tan mal concepto de mí.

一Todos a los sótanos 一grita el capitán y empezamos a marchar.

Todos entramos, solo Ethan se queda fuera regulando el oxígeno que entra. El sótano es un laberinto enorme del que tienes que salir en un tiempo estipulado o puedes morir.

Nos vamos repartiendo entre las distintas entradas. Entro junto a Cris, Israel y Nicolás. Ethan cierra las puertas y empiezo a sentir como mis pulmones van resintiéndose poco a poco.

一¿Qué camino tomamos? 一Israel mira a los lados y resopla. Eso es algo que no debería hacer.

一¿Derecha? 一pregunta Nicolás.

一Me parece bien, ¿a tí, teniente? 一Cris me mira y asiento.

Empezamos a trotar eligiendo los caminos al azar. No hablo, tampoco tengo mucho que decir ni quiero gastar el oxígeno demasiado rápido. Siento que cuanto menos hable será mejor.

Me siento débil y empiezo a sentirme caliente. No me detengo. Les sigo por los caminos y me doy cuenta de que ya hemos pasado por ahí. Siempre voy haciendo unas líneas en la tierra del suelo para fijarme y no repetir. La tierra la mueven después de cada entrenamiento y, por eso, no hay marcas de otras veces.

Agarro a Cris del brazo y le señalo la línea en el suelo. Se da cuenta y tomamos otro camino. El cerebro humano suele repetir los mismos patrones y, en un laberinto, puede significar vivir o morir.

一¿Estás bien? Tus ojos están brillantes y tienes las mejillas coloradas... 一Cris me toca la frente y bufa一 Quizás deberías haberte tomado unos días...

El alférez y el cabo se me quedan mirando con el ceño fruncido y les sonrío. No quiero que se preocupen.

一¿Has estado enferma? 一Israel me sujeta la cara y ese contacto hace que sienta más calor todavía.

一Algo así 一me aparto y empiezo a caminar de nuevo.

Quiero salir, dormir una hora antes de ir al despacho del Comandante y terminar de una vez con todo. A pesar de haber estado cuatro días descansando, podría decirse así, no me siento como antes de todo, pero supongo que todo volverá a la normalidad en un par de días.

No quiero entorpecer la marcha y me esfuerzo en encontrar una salida. La falta de aire empieza a hacerme mella y veo a Cris más pendiente de mí que de costumbre. No quiero ser un estorbo, pero parece que me está costando.

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